La cosa se ha puesto caliente en las universidades cubanas, y no es precisamente por el sol de junio. El nuevo tarifazo de ETECSA encendió la mecha del descontento estudiantil, y lo que empezó como murmullo se ha convertido en una verdadera rebelión. Esta vez, no solo va contra la empresa de telecomunicaciones: también apunta directo al corazón de la representación estudiantil oficial.
Humanidades dice “basta” y pide renuncia de su líder
La Facultad de Filosofía, Historia, Sociología y Trabajo Social de la Universidad de La Habana no se anduvo con rodeos. En un comunicado que corrió como pólvora en redes sociales este 3 de junio, sus estudiantes pidieron la salida inmediata del presidente nacional de la FEU, Ricardo Rodríguez González. ¿El motivo? Consideran que el muchacho no ha dado la talla para representar al estudiantado en medio de esta crisis.
Según los estudiantes, la postura de Rodríguez ha sido tan floja, sumisa y falta de garra, que no ha hecho más que agriar el malestar de quienes no pueden costear el acceso a internet bajo las nuevas tarifas. Y ya tú sabes: si no tienes familia en el extranjero ni cobras en dólares, te quedas sin conexión y sin chance de informarte o estudiar decentemente.
El comunicado no solo critica a ETECSA por mantener un tope absurdo de 360 CUP en las recargas nacionales, sino también por las respuestas vacías que soltaron sus directivos en reuniones recientes. En vez de soluciones, dieron excusas. Y eso, según los estudiantes, no resuelve nada en un país donde internet se ha vuelto una necesidad básica.
«No vamos a tragarnos promesas vacías», aseguraron, dejando claro que esta generación está cansada de los discursos decorativos. El texto también expresó su apoyo a otras facultades como Psicología, Comunicación y MATCOM, esta última en huelga académica desde el lunes.
Un problema más grande que el WiFi
Lo que empezó como una queja contra las tarifas se ha convertido en algo mucho más profundo. Esta es una batalla por la representación, la dignidad y el derecho a ser escuchados. Por eso, la declaración de la Facultad de Humanidades tiene tanto peso: es el pronunciamiento más fuerte y estructurado de toda la protesta hasta ahora.
La figura de Ricardo Rodríguez, además, está en el ojo del huracán no solo por liderar la FEU, sino porque en julio de 2024 fue nombrado miembro del Consejo de Estado, uno de los órganos de más alto poder en el país. Muchos sienten que, desde que subió a ese nivel, se olvidó de a quién debía representar y se alineó sin pudor con el discurso del poder.
Su participación en la Mesa Redonda del lunes fue vista por buena parte del estudiantado como una defensa técnica de ETECSA, más enfocada en justificar que en escuchar. Y como si eso no bastara, al día siguiente tiró un texto kilométrico en redes sociales donde acusó a «enemigos» y «manipuladores» de estar detrás del alboroto universitario.
Pero el tiro le salió por la culata. Su intento de apaciguar los ánimos echándole la culpa a terceros solo avivó el fuego del rechazo. La FEU de Humanidades fue tajante: esto no es teatro, no es conspiración. Es una movilización real, genuina y profundamente política.
La juventud cubana se planta con fuerza
En Cuba, la juventud ha sido siempre una bandera del discurso oficial. Pero ahora, esa misma juventud le está diciendo al poder: “no hablen por mí sin preguntarme primero”. Es la primera vez en años que estudiantes de una facultad tan simbólica como Humanidades piden la cabeza de su representante en la FEU. Y lo hacen con nombre y apellido, sin esconderse.
La rebelión ha ido ganando fuerza. Otras facultades se han sumado. Y la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV) se convirtió en el nuevo epicentro del paro académico. El 4 de junio, sus estudiantes anunciaron que se plantan también, exigiendo una tarifa verdaderamente inclusiva y que no se deje atrás a investigadores, profesores y demás profesionales que también dependen de internet para trabajar.
Aunque desde el rectorado intentaron proyectar normalidad en redes sociales —con mensajes de estudiantes que “se preparan para exámenes” y “hacen tareas de impacto”—, la realidad es otra. El paro sigue firme. Lo que arrancó en la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana ahora se ha convertido en un movimiento nacional de resistencia estudiantil.
El silencio oficial ya no basta
Mientras tanto, la Universidad de La Habana soltó un comunicado diciendo que no permitirá interrupciones en su docencia, reafirmando su fidelidad al Partido Comunista. Pero eso no frenó a los estudiantes, que insisten en que este movimiento no tiene motivaciones politiqueras, sino sociales y éticas.
En la CUJAE, la FEU y la UJC también exigieron soluciones más justas. Tildaron de “vagas” las explicaciones de ETECSA y dijeron lo que muchos piensan: no se puede seguir gobernando desde el monólogo.
La empresa estatal anunció que ahora los estudiantes podrán comprar un segundo paquete de 6 GB por 360 CUP, y que hay acceso libre a más de 40 sitios educativos. Pero eso no resuelve el problema de fondo: la absurda restricción en las recargas nacionales, que sigue siendo la chispa que incendia esta protesta.
¿Y ahora qué?
Lo que está pasando en las universidades cubanas es más que una bronca por internet. Es una señal clara de que los estudiantes no quieren seguir siendo adornos en discursos oficiales. Quieren ser protagonistas de su historia, tomar decisiones y exigir respeto a sus necesidades.
La pregunta ya no es si ETECSA va a ceder, sino si el Estado está dispuesto a escuchar a una generación que ya no se deja callar con promesas huecas ni con lealtades forzadas.
Porque cuando una juventud dice “hasta aquí”, lo que viene después puede cambiarlo todo.