En medio del revuelo que ha levantado el reciente “tarifazo” de ETECSA, el aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez, en Varadero, decidió dar un paso diferente y estrenó una sala de navegación gratuita para sus trabajadores. El gesto, aunque bien recibido localmente, pone en evidencia el contraste brutal entre las facilidades puntuales y la realidad nacional: el acceso a internet en Cuba sigue siendo un lujo que pocos pueden permitirse.
Según el periódico oficial Girón, la nueva sala permitirá a los empleados “descargar información, consultar tutoriales y navegar por contenidos de interés”. Todo dicho en ese tono formalito que ya nos sabemos de memoria. Pero más allá de las frases hechas, el espacio sí representa un alivio para quienes necesitan conectividad para formarse o trabajar, sobre todo en un país donde cada mega cuenta como si fuera oro.
El acto de inauguración fue, como dicta el guion oficial, sencillo pero simbólico. Entre los presentes estuvo el cantautor Israel Rojas, de Buena Fe, cuya presencia llamó la atención porque, a pesar de ser un defensor del gobierno, fue de los primeros en soltar indirectas en redes sociales contra la manera en que ETECSA comunicó el tarifazo.
Rojas no tiró fuego directo, pero sí dejó caer que las explicaciones técnicas de ETECSA parecían más excusas que razones convincentes. Dijo algo así como que, aunque haya motivos objetivos, “todo termina sonando injusto y mal manejado”. Y no se equivocó.
Además de los trabajadores del aeropuerto, el servicio también estará disponible, con coordinación previa, para los vecinos de la comunidad de Carbonera. Esta localidad está “apadrinada” por la terminal y, según el propio Girón, allí se han hecho de todo: desde arreglos en instituciones sociales hasta proyectos bonitos como la Casita Infantil Avioncito de Colores, una especie de guardería destacada por su impacto en familias vulnerables.
Durante el acto, varios trabajadores expresaron su gratitud. Algunos mencionaron que les vendrá como anillo al dedo para la formación de jóvenes estudiantes y también para esos veteranos que no se rinden y siguen aprendiendo.
Pero el aplauso no borra la pregunta que flota en el aire: ¿cuántos centros más podrán ofrecer este tipo de acceso gratuito? ¿Cuántos tendrán los recursos, la voluntad política o el “padrinazgo” necesario para hacerlo?
Porque, mientras unos pocos se conectan sin costo en salas como esta, la mayoría de los cubanos tienen que rascar el bolsillo hasta el fondo para comprar los dichosos paquetes. Una vez se acaban los escasos 6 GB del mes, viene el desespero: o pagas en MLC o CUP a precios absurdos, o te quedas desconectado.
Con salarios en pesos cada vez más devaluados, el nuevo esquema de ETECSA ha sido visto como una cachetada para el cubano de a pie. Muchos lo han llamado sin rodeos “un robo a mano armada”, mientras que otros lo califican de chantaje económico que excluye, margina y somete.
En reacción al rechazo popular, ETECSA intentó calmar el fuego en la Mesa Redonda del 2 de junio, anunciando que los estudiantes universitarios podrían comprar 12 GB por 720 CUP y navegar gratis por más de 40 sitios educativos. Pero para muchos, eso sigue siendo un parche, no una solución.
El martes siguiente, la Universidad Tecnológica de La Habana (CUJAE) lo dejó claro en un comunicado conjunto de la FEU y la UJC. No solo pidieron alternativas más serias, sino que exigieron a la empresa “respeto hacia el pueblo”.
Así estamos: con pequeñas luces en medio de un apagón digital. Una sala de navegación gratuita en un aeropuerto puede parecer algo esperanzador, pero también evidencia la tremenda desigualdad en el acceso a internet en Cuba. Mientras unos descargan tutoriales en paz, otros tienen que decidir si gastan sus pesos en comida o en megas.