La Facultad de Comunicación (FCOM) de la Universidad de La Habana decidió plantarse firme contra el “tarifazo” de ETECSA. En un comunicado calientico publicado en Facebook, anunciaron que no piensan aceptar el paquete de 6 GB que ofrece la empresa estatal mientras no aparezcan soluciones de verdad, que sirvan para todos y no solo para unos pocos.
El Consejo Ampliado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) dejó claro que la FCOM apuesta por el diálogo crítico y la participación colectiva, pero sin tragarse medidas que dejan a la mayoría del país desconectada y sin chance.
“Seguiremos confiando en la inteligencia y el civismo para resolver este problema, pero no vamos a avalar estrategias que beneficien solo a algunos”, reza el texto. Respaldaron las gestiones de sus colegas de otras facultades, pero avisaron que ellos también quieren soluciones justas y reales.
Primero el pueblo, no el privilegio
La decisión de no aceptar la “oferta” de ETECSA desmonta la narrativa oficial que pretende calmar a los estudiantes con migajas, mientras la desigualdad digital crece como la espuma. Muchos jóvenes en Cuba siguen sin acceso a Internet porque no tienen remesas ni cobran en divisas, y el paquetico de 6 GB no resuelve nada.
En su comunicado, la FCOM contó que está trabajando en un informe completico sobre cómo las nuevas tarifas están afectando al estudiantado. Invitaron a todos los universitarios a sumarse a esta investigación y aportar datos que respalden la causa.
Además, pidieron un encuentro cara a cara con los más altos cargos del gobierno para que escuchen directamente las preocupaciones estudiantiles y no se limiten a imponer decisiones desde arriba.
La revuelta no para: las aulas se calientan
Con esta postura, la FCOM se suma al coro de voces que ya le han dicho ¡basta! a ETECSA. La Facultad de Biología salió con todo y desconoció la autoridad del presidente nacional de la FEU, Ricardo Rodríguez González, acusándolo de no representar a nadie. Por otro lado, la Facultad de Filosofía, Historia, Sociología y Trabajo Social fue más allá y pidió su renuncia inmediata, tachándolo de conformista y de no estar a la altura de la situación.
Mientras tanto, los estudiantes de MATCOM siguen en paro indefinido, decididos a no callarse ante lo que consideran un abuso descarado. Denuncian que las protestas no son inventos del “enemigo” ni manipulaciones extranjeras, como dice la propaganda oficial.
La FEU, ¿sin respaldo?
El discurso del presidente de la FEU, que también forma parte del Consejo de Estado, no ha hecho más que echarle leña al fuego. En la televisión, Rodríguez González acusó a los medios independientes y a los “fantoches de opinión” de sembrar odio y traición para desestabilizar la universidad. Pero los estudiantes de a pie no se lo tragan.
Desde las aulas, las voces críticas aseguran que estas reuniones y debates son la verdadera expresión de la conciencia estudiantil y la voluntad de cambio. Así se lo dejaron claro desde la Facultad de Biología: quieren diálogo real y sin mordazas.
Exigiendo un diálogo de verdad
En su mensaje, la FCOM insistió en que los estudiantes no quieren ser simples espectadores. Piden la creación de un equipo con gente de todas las facultades para investigar a fondo y proponer alternativas concretas que terminen con la exclusión digital y la injusticia de las tarifas.
Aunque algunos voceros oficialistas como José Alberto Almeida Cabrales, secretario de la FEU en La Habana, siguen llamando a la “unidad” y al “consenso”, en los pasillos de las universidades ya nadie se conforma con frases bonitas. Hay un quiebre evidente entre la dirección oficial y los estudiantes que quieren un cambio real.
Internet: derecho, no lujo
Lo que empezó como una queja por el límite de las recargas en pesos cubanos y la dolarización de los datos, se ha convertido en una movida estudiantil inédita. Ahora, el acceso a Internet es la bandera de una lucha más grande: por la equidad, la dignidad y el derecho a una vida decente.
Aunque el gobierno siga con sus ofertas parciales y discursos de disciplina ideológica, las aulas de Cuba están más vivas que nunca, llenas de preguntas incómodas y demandas que ya no pueden seguir siendo ignoradas.