Un trabajador por cuenta propia de Guanajay, en Artemisa, vivió la pesadilla de su vida cuando su taller de confecciones y almacén de colchones quedó reducido a cenizas la noche del martes. El incendio, que agarró fuerza sin pedir permiso, arrasó con todo lo que encontró a su paso.
El fuego devoró 400 colchones entre cameros y personales, un montón de cuadros de muelles, bastidores de madera y rollos de tela, además de sábanas y otras materias primas que eran el alma de la faena de Héctor Manuel López, quien llevaba años apostando por este negocio.
López, con apenas 32 años y el corazón en la garganta, contó que su taller llevaba abierto más de cinco años, sirviendo tanto a instituciones estatales como a clientes que necesitaban colchones para destinos turísticos o para personas en situaciones vulnerables. «Siempre se trataba de darle colchones a la gente que más lo necesitaba, sin dejar atrás el sector del turismo», explicó con orgullo.
Lo duro vino cuando, a pesar de vivir justo frente al local, no tuvo tiempo de salvar nada. «El incendio se llevó todo en un suspiro. Fueron casi ocho horas de fuego y no se pudo hacer nada», confesó a la periodista Yudaisis Moreno Benítez.
Aun con la pérdida, López se mantiene firme: «Estamos vivos, y hay que echar pa’lante«, soltó con esa fuerza que solo sale cuando no queda de otra que seguir.
La buena noticia, dentro de tanta desgracia, es que no hubo víctimas ni heridos. Así lo confirmó el martes la intendente del municipio, Diaberkis Lugo, quien aseguró que ya comenzaron a recoger los escombros y a limpiar el lugar mientras las autoridades investigan qué desató semejante fuego.
El director de la UEB Costa Velázquez, Josué Marcos González, recalcó que «no quedó nada. Todo fue pérdida total», refiriéndose al local siniestrado en avenida 63, entre 56 y 51, un sitio con techo de fibrocemento y paredes mayormente de madera que no pudo resistir las llamas.
Afortunadamente, el fuego no alcanzó ni el otro almacén de la UEB —lleno de envases de vidrio, cartón y papel— ni las casas vecinas. Fueron los propios vecinos los primeros en notar el humo y alertar a los bomberos, quienes llegaron con el apoyo de cooperativas y entidades locales.
La intervención oportuna del Cuerpo de Bomberos, unidades del Ministerio del Interior, pipas móviles y hasta recursos de Aguas Mariel logró que el incendio no se extendiera y que, al final del día, la tragedia no cobrara vidas. Las autoridades agradecieron a todos los que metieron mano y ayudaron a frenar el desastre.
El incendio dejó claro que, aunque las llamas arrasaron con lo material, la solidaridad y la esperanza siguen más vivas que nunca en Guanajay.