Lauren de la Caridad Estrada, una madre cubana con la barriga bien crecida y tres niños pequeños a cuestas, se atrinchera en lo que antes fue la cafetería estatal “El Gallo”, allá en la esquina de Galeano y Concordia, en pleno Centro Habana. Mientras tanto, las autoridades la tienen en la mira y le pisan los talones con la amenaza de desalojarla.
Ella no llegó ahí por gusto. Después de años de pedir soluciones y no recibir ni medio “sí” de las instituciones, Lauren tomó la decisión de meterse en ese local abandonado y resistir con uñas y dientes, según le contó a Cubanet.
“Si salgo de aquí, me quedo sin techo con mis hijos. No tengo dónde meterme”, aseguró Lauren, con sus siete meses de embarazo bien visibles.
Los chiquillos, de apenas 4, 6 y 9 añitos, viven con ella en condiciones que no se las deseo a nadie. Para buscarse la vida, Lauren vende coquitos hechos en una olla que adaptó con una resistencia de arrocera. Se las arregla como puede, en plena calle y sin rendirse.
La improvisada vivienda no tiene agua corriente ni instalaciones dignas, y Lauren ya lleva cuatro años pidiendo un lugar donde vivir. Pero la respuesta oficial siempre ha sido un portazo en la cara.
“Me dijeron que fuera para casa de mi mamá hasta que me resolvieran, pero eso nunca pasó. Ya he ido a Vivienda, a la Policía, a todos lados… y nada”, contó, con un tono de desesperación que cualquiera entendería.
Por el lado del “apoyo” estatal, la única ayuda que recibe es una comida al día como parte del famoso plan de alimentación materna: un almuerzo sin proteínas que reparten en un hospital cercano. Los domingos, ni eso. “El domingo no dan nada. A mí el gobierno no me da nada”, lamentó Lauren.
Ahora la quieren sacar a la calle, sin ofrecerle otro techo donde guarecerse con sus hijos. “Me quieren sacar para la calle sin darme un sitio donde vivir”, denunció.
La historia de Lauren pinta el cuadro de una crisis habitacional que aplasta a miles de cubanos, sobre todo a madres solteras y familias que apenas tienen para sobrevivir. Sin casas sociales y con la burocracia siempre de espaldas, muchas mujeres como Lauren no ven más opción que meterse en locales abandonados para darle un techo a sus hijos.
El gobierno cubano insiste en que no desaloja a mujeres en estas situaciones, pero la realidad, como siempre, es otra: en los últimos años, muchas como Lauren han sido sacadas a la fuerza, con la misma falta de respuestas que ya es costumbre en este país.
