Hay historias que no deberían contarse, pero que necesitamos conocer para que no se repitan. Esta es una de esas. El 29 de mayo, Noel Venero López, un cubano de 55 años que había empezado una nueva vida en Estados Unidos, fue asesinado brutalmente mientras simplemente esperaba en una luz roja en Houston, Texas.
Noel, que llevaba tres años en EE. UU., no estaba haciendo nada más que lo que hacemos todos los días: manejando tranquilo, esperando que cambiara la luz del semáforo. Pero en ese momento, apareció un hombre que, según testigos, huía tras robar un auto y provocar varios accidentes. Lo que vino después fue una tragedia sin sentido.
“Él estaba parado en su carro, esperando. Y vino este loco, drogadicto, ladrón, no sé, y quiso seguir robando. Le quitó la vida a un hombre inocente”, contó entre lágrimas su esposa, Milay Mora Vásquez, a Univision. Ella ha sido la voz más fuerte exigiendo justicia, pidiendo que no dejen el caso en el olvido entre papeles y burocracia.
La escena del crimen se extendió por varios puntos de una autopista. Choques, disparos y el robo de otro vehículo marcaron el caos que dejó este incidente. Gracias al último auto robado, la policía logró identificar al presunto asesino: Alexis García, un joven de solo 20 años, detenido posteriormente en Corpus Christi.
Actualmente enfrenta cargos por asalto agravado, robo de auto y posesión ilegal de un arma… pero no por homicidio, algo que tiene a la familia de Noel con el alma en vilo. “¿Qué están esperando? ¡Es asesinato! ¡Fue un crimen!”, exige Milay, quien aún no puede entender cómo el asesino de su esposo no ha recibido el cargo que corresponde.
Noel era un padre amoroso, un hombre tranquilo, un cubano trabajador que dejó a dos hijos, uno en Houston y otro en Cuba, con quien planeaba reencontrarse en República Dominicana. Ese abrazo nunca llegó. “Lo último que supe fue una llamada perdida. Cuando intenté devolverla, ya era tarde”, dijo su hijo mayor, desde la isla.
La familia está destrozada. Milay lo resume con una frase que parte el alma: “El día que muera, quiero que mezclen mis cenizas con las de mi esposo”.
Para darle una despedida digna, Milay abrió una campaña en GoFundMe, donde ya se han recaudado más de 6,000 dólares. Pero más allá del dinero, lo que ella y sus hijos piden es algo que cualquier ser humano merece: justicia.