No hay nada como probar la comida local cuando visitas otro país. Y eso fue exactamente lo que hizo un turista salvadoreño durante su viaje a Cuba. En una experiencia que se volvió viral en TikTok, este viajero tuvo su primer encuentro con una de las joyas gastronómicas más queridas por los cubanos: la famosa pizza casera del barrio. Sí, esa que se vende en las esquinas, con masa gruesa, queso derretido y mucho, pero mucho sabor a tradición.
Todo comenzó cuando su pareja cubana decidió llevarlo a un pequeño puesto en la calle, uno de esos que no tiene letrero pero que todos los vecinos conocen. En el video, subido a la cuenta @cubansalvi503family, se puede ver cómo la emoción va creciendo mientras ambos caminan entre risas por las coloridas calles de Cuba, rumbo a ese lugar especial que, para muchos cubanos, representa una parte importante de su infancia.
“Vamos a comprar pizza del barrio, las de aquí, con las que yo nací”, dice la joven cubana con una sonrisa de oreja a oreja. El salvadoreño, curioso y con hambre, la sigue hasta que finalmente tiene en sus manos el famoso pedazo de pizza. Lo primero que hace es olerla… y su cara lo dice todo: ¡esto va bien!
Y cuando da el primer bocado, no hay dudas. “Huelen riquísimo esas pizzas, y no estoy triste para los que dicen que estoy triste. Las pizzas están 10/10, están buenísimas”, dice entre risas, dejando claro que no solo le gustaron, ¡le encantaron! La naturalidad de sus palabras y su gesto auténtico hicieron que el video conectara con miles de personas en TikTok.
Muchos usuarios no solo se sintieron identificados, sino que también celebraron que alguien de otro país valore este platillo tan simple y a la vez tan simbólico para los cubanos. Porque más allá del queso o la salsa, la pizza de barrio en Cuba representa mucho más: es un recuerdo de la infancia, una solución ante la escasez y, sobre todo, un símbolo de comunidad y creatividad.
Este tipo de contenidos nos recuerda que a veces no se necesita un restaurante de lujo para vivir una experiencia gastronómica inolvidable. Basta con una pizza casera, hecha con cariño, y alguien dispuesto a probar algo nuevo.
