En medio de la candela que ha provocado el alza de las tarifas de ETECSA en Cuba, un joven estudiante de Medicina de la Facultad “Salvador Allende”, en La Habana, se ha robado el show en redes y en la calle. Su intervención en una asamblea estudiantil ha puesto a correr a más de uno… y no precisamente por fiebre.
Con palabras firmes y mucha dignidad, el muchacho le cantó las cuarenta a la empresa estatal de telecomunicaciones, dejando claro que los jóvenes no están dispuestos a seguir tragándose el mismo discurso reciclado de siempre.
“Aquí se cobra en pesos, no en dólares ni en francos suizos”
Desde el salón de reuniones, y con sus compañeros respaldándolo con aplausos, el estudiante soltó una verdad que a más de uno le picó: “La moneda de este país es el peso cubano. No es el dólar, ni la libra esterlina, ni el franco suizo”. Con esa frase, arremetió contra las restricciones absurdas que limitan las recargas en CUP y obligan, en la práctica, a pagar servicios esenciales en divisas que la mayoría no tiene.
Su crítica apuntó directamente a la creciente dolarización de un sistema que excluye a los más vulnerables. Y para rematar, lanzó un reto al secretariado de la FEU y a la directiva de su facultad: “Traigan a alguien del gobierno que nos dé respuestas reales, no las justificaciones que llevan cinco días repitiendo en la Mesa Redonda”.
Redes calientes: orgullo, miedo y solidaridad
Las redes no tardaron en explotar. La intervención del joven se volvió viral en cuestión de horas, y los comentarios han sido un hervidero de emociones. Desde el orgullo y la admiración, hasta el temor por lo que pueda pasarle.
“Ese chamaco sí tiene lo que hay que tener”, escribió un usuario emocionado. Otros se sumaron al coro: “¡Así se habla!”, “Mis respetos para él” y “Ojalá más estudiantes tuvieran ese valor”.
Pero también se asomó la preocupación, porque en Cuba hablar claro suele tener precio. Varias voces llamaron a no dejarlo solo: “¿Dónde está el pueblo apoyando a esta juventud?”, cuestionó uno. Otro fue más directo: “Unidos pueden protegerse, pero si los dejan solos, se los comen”.
Del reclamo a la represión: la respuesta del gobierno
Mientras el movimiento estudiantil crece, sobre todo en la Universidad de La Habana, el gobierno ha decidido cerrar filas en vez de escuchar. En su pódcast semanal Desde la Presidencia, Miguel Díaz-Canel, junto a la directora de ETECSA, Tania Velázquez, dejó claro que las tarifas se quedan como están.
“Suspender las medidas sería perder ingresos y arriesgar el servicio”, dijo Díaz-Canel, insistiendo en que un “colapso tecnológico” sería peor. Velázquez, por su parte, pintó un panorama sombrío si no se sigue el plan: nada de llamadas, ni mensajes, ni conexión para el trabajo o la escuela. Como quien dice: si no hay dólares, no hay Internet.
La receta oficial no cambia: ajustarse el cinturón hoy, para ver si mañana hay pan en la mesa. El problema es que ese mañana nunca llega.
La juventud se planta y no se rinde
A pesar del discurso represivo y de los intentos por desacreditar el paro académico —acusando a los estudiantes de estar “manipulados desde el exterior”—, el movimiento se mantiene en pie con demandas claras y firmes.
Entre ellas, se exige una rebaja justa en las tarifas de ETECSA, el fin de la dolarización encubierta y la renuncia del presidente nacional de la FEU, Ricardo Rodríguez González, a quien acusan de ser más vocero del gobierno que representante de los estudiantes.
“ETECSA es del pueblo, pero no está actuando como tal”, reclamó otro estudiante. Y es esa contradicción —entre el discurso oficial y la realidad del pueblo— la que está sacando a flote el coraje de una generación que ya no se conforma con sobrevivir.
El silencio se agrieta
En un país donde durante décadas protestar fue sinónimo de peligro, estos jóvenes están rompiendo el molde. Ya no se quedan callados, ya no bajan la cabeza. Están reclamando derechos, pidiendo transparencia y cuestionando un sistema que no les da respiro.
No se trata solo de tarifas o de megas. Se trata de justicia, de dignidad y de futuro. Por eso, cada palabra lanzada en esa asamblea resonó más allá de las paredes del aula. Y por eso, este movimiento estudiantil podría ser mucho más que una protesta pasajera. Podría ser el inicio de algo distinto.
