Las aerolíneas que conectan a Cuba con Estados Unidos están volviendo a navegar en aguas turbulentas tras el más reciente anuncio del presidente Donald Trump, que pone restricciones a la entrada de ciudadanos de varios países, incluyendo a la isla caribeña.
Aunque esta orden firmada el pasado 4 de junio no prohíbe directamente los vuelos, amenaza con trastocar la estabilidad de muchas rutas. La jugada de Trump no afecta los aviones en el aire, pero sí puede secar la demanda de asientos si los cubanos ya no pueden entrar a Estados Unidos con las visas más comunes. Recordemos cómo en 2023 aerolíneas como JetBlue y Delta tuvieron que recortar sus vuelos o, peor aún, ponerles fin cuando la demanda se desplomó.
El dato no miente: según un análisis de la firma Cirium, que fue citado por Forbes, este año estaban programados más de 12,800 vuelos entre Cuba y Estados Unidos, con más de 2 millones de asientos disponibles. Y los picos, claro, se dan en marzo y diciembre, cuando las familias quieren verse y abrazarse. Pero si esta política migratoria se afianza, no sería raro ver ese panorama cambiar como una nube de verano en La Habana.
American Airlines es la que más arriesga el pellejo, con cerca de 9,300 vuelos previstos para 2025, saliendo desde Miami a seis ciudades cubanas, incluida La Habana. Delta, Southwest y United también tienen sus conexiones, pero todas están con el oído en tierra, pendientes de la reacción de los pasajeros. Ya sabemos lo que pasó hace dos años, cuando la baja demanda provocó un tijeretazo en los vuelos.
Por ahora, no hay cambios concretos en las ofertas de boletos. Pero el runrún ya se siente. Para muchísimos cubanos, esos vuelos no son simples trayectos en el aire, son el cordón umbilical que los une a la familia, el puente para un nuevo comienzo.
El ambiente trae recuerdos de 2023, cuando JetBlue se retiró de Cuba y Delta y United redujeron sus itinerarios por culpa de las regulaciones. Si las intenciones de Trump siguen adelante, no sería sorprendente que 2025 traiga la misma película, con menos vuelos y más incertidumbre.
Por ahora, las aerolíneas están aguantando el aire. Pero la experiencia nos dice que cuando las restricciones migratorias se ponen duras, los primeros en caer son los vuelos. Y ahí está el verdadero lío.
Diciembre, el mes de los abrazos y las maletas llenas de regalos, es el que más preocupa. Con más de 183,000 asientos ya reservados entre Cuba y Estados Unidos, American Airlines y Southwest están cruzando los dedos para que el impacto no les deje medio avión vacío. Sin embargo, la nueva política podría dejar muchas butacas sin ocupar.
Para los cubanos de adentro y de afuera, el mensaje es clarito: la política migratoria es un campo minado que cambia su vida con cada decreto, cada restricción, cada vuelo que ya no sale. Cada anuncio nuevo es como otro muro que se levanta, en un camino que ya bastante complicado es.
¿Qué hay detrás de todo esto?
La medida golpea a los titulares de visas de turismo y negocios (B-1/B-2), estudiantes e intercambio (F, M y J). Así que no es solo una cuestión de aerolíneas, sino de familias separadas y sueños en pausa. El texto firmado por Trump asegura que Cuba es un “Estado patrocinador del terrorismo” y se ampara en la supuesta alta tasa de cubanos que se quedan más tiempo del que la visa permite.
El decreto suspende directamente el ingreso de cubanos con esos tipos de visa e instruye a los funcionarios consulares a recortar la duración de cualquier otra visa que den a los cubanos. Eso sí, la Casa Blanca aclaró que hay excepciones: residentes permanentes legales, personas con visados ya vigentes o quienes logren convencer a las autoridades de que su viaje es de “interés nacional”. Pero en la práctica, las dudas y la confusión siguen sin despejarse.
Este nuevo giro de Trump hace eco de aquellos “vetos migratorios” de su primer mandato, duramente criticados por golpear a comunidades vulnerables y ser tachados de discriminatorios. Hoy, una vez más, para los cubanos cada cambio de política se siente como otro portazo, otro obstáculo en la lucha por reencontrarse y soñar con un futuro mejor.
