Mientras la olla de presión estudiantil sigue subiendo de temperatura, la FEU de la Universidad de Camagüey decidió calmar las aguas. En un comunicado que huele más a paño tibio que a solución real, los representantes estudiantiles le pidieron a sus compañeros “pensar en alternativas” frente al tarifazo de ETECSA, en vez de dejarse llevar por la indignación.
Con tono institucional y palabras cuidadosamente escogidas, dijeron estar “transmitiendo las inconformidades a todos los niveles”. Es decir, que están al tanto del malestar, pero sin mucho apuro en encarar al verdadero culpable del lío: el régimen y su monopolio de telecomunicaciones.
Según este comunicado, cada estudiante “se encuentra representado”, aunque muchos no se sienten escuchados, ni representados, ni mucho menos respaldados. Y es que la FEU se ha convertido, para muchos jóvenes, en un eco más del discurso oficial, en lugar de una voz genuina de la juventud cubana.
Mientras en Camagüey se llama a la paciencia, en La Habana el panorama está que arde.
Hace apenas unos días, la Facultad de Filosofía, Historia, Sociología y Trabajo Social de la Universidad de La Habana soltó una bomba sin precedentes: exigieron la renuncia del presidente nacional de la FEU, Ricardo Rodríguez González. Lo acusan de estar desconectado de la realidad estudiantil y de no haber hecho nada útil en medio de esta tormenta.
Al rato se sumó la Facultad de Psicología, que también pidió cambios en la cúpula de la organización. Denunciaron que ni Rodríguez, ni su gente cercana —como Hugo A. Fuentes y Daniel A. Corrales— han representado de verdad a quienes deberían defender. Lo que exigen ahora es claro: un debate público con estudiantes de todas las facultades para decidir si estos dirigentes deben seguir o irse pa’ su casa.
El descontento estalló con más fuerza después de la aparición de Rodríguez González en el programa oficial Mesa Redonda. Allí, en vez de ponerse del lado de los estudiantes, culpó a “enemigos de la revolución” de manipular la situación, y pintó el tarifazo como parte de un “diálogo respetuoso” con el gobierno.
“Sabíamos que esto podía pasar”, dijo en televisión, refiriéndose a las críticas. Pero lo que quizás no esperaba era que sus palabras se sintieran como una puñalada entre quienes sí están viviendo en carne propia el golpe de ETECSA.
Para muchos universitarios, estas declaraciones no solo fueron decepcionantes, sino una burla a las verdaderas dificultades que enfrentan día a día. En medio de apagones, carencias y salarios que no alcanzan ni para un pan con croqueta, el aumento de precios en Internet solo termina de rematar la situación.
Y mientras la FEU de Camagüey llama al diálogo con guantes de seda, en otras facultades ya se escuchan gritos de basta. Lo que está claro es que la paciencia de los estudiantes tiene fecha de vencimiento, y con cada día que pasa, la FEU pierde más credibilidad ante quienes deberían confiar en ella.
Porque al final, lo que exigen no es un milagro. Solo quieren que los escuchen de verdad.
