El mercado informal de divisas en Cuba arrancó este sábado con otra mala noticia para los bolsillos: el dólar estadounidense alcanzó los 375 pesos cubanos, mientras el euro rompió la barrera psicológica y se plantó en 400 CUP, confirmando que la cosa no va para atrás ni para coger impulso.
El MLC, ese fantasma que solo aparece cuando hay que pagar en las tiendas estatales, se mantiene en 260 CUP, sin subir ni bajar, pero clavado tras la caída que tuvo hace unos días.
Una subida que no da tregua
Según el monitoreo diario del medio independiente elTOQUE, la tendencia alcista viene en racha. Comparado con los números del viernes, el euro subió cuatro pesos en apenas 24 horas y el dólar ganó uno más. Aunque pueda parecer poco, en el contexto actual eso equivale a un golpe directo en la mesa del cubano de a pie.
Este repunte no solo sacude el mercado, sino que marca un nuevo récord que tiene consecuencias muy concretas en la vida cotidiana, especialmente en una economía que ya venía tambaleándose.
El peso cubano, cada vez más flaco
Con el euro alcanzando los 400 pesos, la sensación en la calle es de déjà vu. Ya en mayo de 2024 se vivió un episodio parecido, cuando la escasez de divisas y la inflación descontrolada empujaron al euro a ese mismo nivel. Hoy, con el panorama económico aún más deteriorado, la situación pinta peor.
El salario estatal —pagado en pesos— vale cada vez menos, mientras el acceso a productos esenciales como alimentos, medicinas o transporte está mediado por el dólar o el MLC. Es decir, el peso no alcanza ni para medio pan con algo.
Especulación, nervios y desconfianza
El Observatorio de Monedas y Finanzas de Cuba (OMFi) no se anda con rodeos: el mercado informal es un terreno altamente volátil y dominado por la especulación, alimentado por la falta de transparencia del gobierno y la poca credibilidad de sus medidas económicas.
No existe un mercado cambiario oficial funcional, así que la gente, como puede, se lanza a buscar divisas en la calle. Todo se mueve por demanda, rumores y pura necesidad.
Y si a eso se le suma el tarifazo de ETECSA, que ha obligado a muchos a buscar más dólares para mantenerse conectados, el resultado es un alza brutal en la demanda de divisas. Hoy, hasta comunicarse con la familia depende de conseguir euros o dólares.
Un país dolarizado sin reconocerlo
La paradoja cubana es clara: el gobierno habla de “rescate del peso”, pero la realidad es que todo cuesta en divisas. Y aunque el Estado sigue vendiendo la idea de que controla la economía, es el mercado informal el que dicta los precios reales.
Con el euro y el dólar en alza, el cubano sigue atrapado en una moneda nacional que vale cada vez menos, mientras el costo de la vida no para de subir.
Así las cosas, el futuro inmediato no se ve muy alentador. Mientras no haya reformas profundas y reales, el peso cubano seguirá cayendo, y los precios, subiendo como la espuma. Y el pueblo, como siempre, es quien paga los platos rotos.