El viceministro primero de Comunicaciones, Ernesto Rodríguez, salió en defensa de lo que ya muchos en Cuba ven como un verdadero abuso: el límite de datos móviles por 360 pesos cubanos, el subidón de precios y el regreso del dólar como moneda de preferencia. Según él, apretar el cinturón ahora era mejor que hacerlo después, porque ya el gasto se estaba disparando y “el golpe iba a doler más”.
En una charla transmitida junto a Díaz-Canel —más preocupado por justificar que por escuchar—, Rodríguez soltó que la sostenibilidad del sistema ya se estaba perdiendo. El uso de datos crecía a toda máquina, así que, según su lógica, era mejor aplicar la medida ya y no esperar a que fuera aún más “traumática”.
Golpe al bolsillo de más de medio país
En medio de la explicación, hubo una pequeña admisión de realidad: más de la mitad de los cubanos que consumen más de 6 GB al mes sentirán directamente el hachazo. Lo llamaron “doloroso” y “con impacto”, pero rápidamente lo disfrazaron de “política pública necesaria”. Como quien dice, es malo, pero no había otra.
Mientras tanto, economistas como Pedro Monreal sacaron cuentas y les cayó con todo: ¿por qué si desde 2018 los ingresos en divisas iban en picada, esperaron 7 años para actuar? Para Monreal, lo que estamos viendo no es planificación, sino una reacción tardía que ahora pasa factura con intereses.
La economía rota no se tapa con excusas
El problema, como bien señalan varios analistas, no está solo en los megas ni en las tarifas. El fondo del asunto es que la economía cubana está al borde del colapso: inflación galopante, falta de un mercado cambiario decente, y una estructura productiva que no aguanta un empujón.
ETECSA —que se pinta como víctima— sigue sin asumir su parte del desmadre. Porque mientras impone límites y cobra en dólares, no puede ni pagar a tiempo por los cables de Internet que nos conectan al resto del mundo.
Pagos pendientes y amenazas de corte
Durante un episodio del pódcast Desde la Presidencia, la presidenta ejecutiva de ETECSA, Tania Velázquez, soltó otra bomba: la empresa está atrasada en los pagos de los servicios de conectividad internacional. Y eso, en cristiano, significa que si no pagan, nos cortan el chorro.
“Tenemos dos cables de fibra óptica que nos conectan al mundo. Esos contratos se pagan en divisa, se use o no el servicio. Y si no pagas, te desconectan sin miramientos”, explicó Velázquez. O sea, aunque el Internet esté lento o medio muerto, hay que seguir soltando dólares todos los meses.
Según ella, en más de una ocasión hemos estado al borde del corte total, y eso no se debe a ningún “bloqueo”, sino a la propia incapacidad de ETECSA para cumplir con lo pactado.
¿Quién mantiene este circo?
Y aquí viene la parte más descarada: ante toda esta “situación compleja”, la solución que han encontrado no es mejorar la eficiencia, ni abrir el mercado, ni fomentar la competencia. No. La idea es que los cubanos —dentro y fuera de la Isla— sigan sosteniendo a esta empresa estatal ineficiente.
Porque claro, cuando se trata de pagar los platos rotos, la cuenta siempre le llega al pueblo. Y mientras la gente hace malabares para mantenerse conectada, ETECSA sigue operando como si fuera la única opción… porque lo es.
