En el más reciente episodio del pódcast oficial Desde la Presidencia, donde el mismísimo Miguel Díaz-Canel compartió micrófono con altos cargos del Ministerio de Comunicaciones, se deslizó una verdad que ha encendido las redes como pólvora: ETECSA está generando millones de dólares con la telefonía móvil, aunque muchos cubanos apenas puedan permitirse conectarse.
La presidenta de la empresa, Tania Velázquez, soltó sin mucho rodeo que cada línea de celular activa en Cuba deja un promedio de 31 dólares de ganancia. Si se toma en cuenta que actualmente hay alrededor de 8 millones de líneas activas, la suma que se embolsa el monopolio estatal es para quedarse frío. Aunque ella lo presentó como un ingreso mensual, varios expertos creen que fue un error de cálculo o un desliz, porque eso equivaldría a más de 2.900 millones de dólares al año. Una cifra que no cuadra con el discurso de “crisis extrema” que viene repitiendo la empresa.
Revisando los números con calma, el promedio anual se acerca más a 248 millones de dólares, una cantidad nada despreciable para una empresa que insiste en que necesita más divisas, más restricciones y más sacrificios del pueblo para sobrevivir.
Lo curioso es que, en 2018, cuando tenían menos líneas activas, ganaban más por cada una. En ese entonces, con 5 millones de líneas, ingresaban 133 dólares por usuario al año, unos 660 millones en total. O sea, menos líneas, más plata. ¿Qué pasó entonces con toda esa bonanza?
Velázquez, en su intervención televisiva, repitió el guion de siempre: que si los fraudes, que si las deudas, que si la falta de dólares. Pero los datos que salieron a la luz, cortesía del Miami Herald, dicen otra cosa. Mientras la gente tiene que pagar precios infladísimos —hasta 800 % más por un paquete de datos extendido—, empresas militares vinculadas a ETECSA manejan cientos de millones sin dar explicaciones ni mostrar transparencia. La caja sigue llenándose, pero el cubano sigue con el saldo en rojo.
Y como si eso fuera poco, ETECSA le cerró la puerta a las recargas nacionales, empujando a la población a buscar alternativas en dólares, euros o MLC. Esta jugada ha dejado a miles de familias en un callejón sin salida, sin saldo, y con una rabia acumulada que se nota en cada comentario en redes y cada protesta silenciosa en las universidades.
Una estudiante de Medicina no se mordió la lengua y preguntó en voz alta lo que muchos se preguntan: “¿Dónde está todo el dinero que se ha cobrado durante años?”. Porque lo que se ve en la calle son datos que no alcanzan, precios que se disparan y un pueblo que, para poder hablar con los suyos, tiene que rezar para que les recarguen desde el extranjero.
Díaz-Canel, por su parte, trató de justificar el tarifazo asegurando que echar atrás las medidas sería “renunciar a los ingresos que permiten mantener el servicio”. Y fue más allá, advirtiendo que, sin estas decisiones impopulares, “el país podría enfrentar un colapso tecnológico”.
Lo que muchos sienten, sin embargo, es que el verdadero colapso es social. Mientras ETECSA engorda su billetera, millones de cubanos se quedan incomunicados, desconectados y cada vez más molestos. Porque una cosa es cuidar la tecnología, y otra muy distinta es exprimir al pueblo para seguir manteniendo el privilegio de unos pocos.