En medio de la creciente ola de críticas por el tarifazo digital que ha sacudido a la juventud cubana, ETECSA salió en defensa de su presidenta, Tania Velázquez Rodríguez, con un mensaje cargado de elogios que muchos han catalogado como puro maquillaje mediático.
Desde su cuenta oficial en X (antes Twitter), el monopolio estatal de las telecomunicaciones no escatimó en flores: “Nuestra presidenta Tania Velázquez Rodríguez, con la valentía y determinación que la caracteriza, aborda la complejidad de la situación que enfrentamos y su impacto en un pueblo del que ella y sus trabajadores son parte y con el que están comprometidos”. Palabras bonitas, sí… pero que no convencen a una población que siente en carne propia el golpe de las tarifas abusivas.
Un intento de humanizar a la funcionaria en medio del caos
El tuit vino acompañado de un fragmento del podcast de Miguel Díaz-Canel, donde Velázquez Rodríguez aparece visiblemente afectada, reconociendo que “no han sido días fáciles”. Allí, entre frases cuidadosamente medidas, ofreció disculpas públicas por la pésima comunicación institucional, aunque en ningún momento mostró intención de revertir o suavizar las medidas impuestas.
La escena fue más bien un acto de control de daños, con la presencia del propio Díaz-Canel y del viceministro de Comunicaciones, Ernesto Rodríguez Hernández. La presidenta de ETECSA admitió que la empresa debió haber explicado mejor sus intenciones, reconociendo de forma tibia el malestar generalizado que ha generado el aumento de precios. Según ella, todo se debió a una falta de claridad, como si eso bastara para justificar el tamaño del agravio.
El precio de la desconexión
Mientras el discurso oficial intenta vender la imagen de una funcionaria valiente y sensible, el proyecto Represores Cubanos acaba de poner el nombre de Tania Velázquez en su lista negra, argumentando que su rol ha sido clave en el establecimiento de un sistema de exclusión digital disfrazado de modernización.
En el expediente que le armaron, se le señalan violaciones graves a derechos fundamentales, como la libertad de expresión y el acceso a la información, reconocidos en el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. También se le acusa de impulsar precios que hacen inalcanzable el acceso a internet para la mayoría, violando así el derecho a la conectividad como un recurso esencial en el mundo actual.
Bajo esta óptica, Velázquez Rodríguez es catalogada como una “represora de cuello blanco”, esa figura técnica que, sin dar golpes ni salir en fotos represivas, reprime desde un escritorio con decisiones administrativas que afectan sistemáticamente a la población.
El intento de cambiar la narrativa
Todo este movimiento en redes y medios oficialistas no es casual. El régimen sabe que la indignación popular no ha bajado, sobre todo entre los estudiantes universitarios, que siguen protestando porque sienten que el nuevo esquema de tarifas los margina aún más y les corta el acceso a la educación, la información y la libertad de expresión.
Intentar convertir a la presidenta de ETECSA en una figura comprensiva, que “entiende al pueblo”, es parte de una estrategia para apagar el fuego sin mojarse. Pero la gente ya no traga tan fácil. Saben que pedir disculpas no vale de mucho si detrás no hay una acción concreta para corregir el rumbo.
La desconexión no es solo digital
Mientras desde las oficinas de ETECSA intentan defender lo indefendible, la desconexión más grande no está en las redes, sino en la distancia entre los que mandan y los que viven el día a día en la calle, contando cada peso para conectarse unos minutos.
Por mucho que se vistan de palabras suaves y discursos empáticos, el pueblo sabe que la verdadera valentía no está en sentarse frente a un micrófono, sino en tomar decisiones justas. Y eso, hasta ahora, sigue pendiente.
