Trabajar en una clínica estética en Miami suena glamuroso, ¿verdad? Pues una cubana que se lanzó al ruedo con su título de doctora en mano te dice lo contrario. A través de sus redes, compartió cómo fue su primer empleo en Estados Unidos y soltó la verdad sin filtro: “Los dueños son millonarios, pero tú vas a ser pobre”.
Esta cubana, conocida como @fanidigital, llegó a Miami cargada de sueños, con su formación médica desde Cuba y dispuesta a buscarse la vida sin padrinos ni palancas. Tocó puertas con su título de medical assistant hasta que, finalmente, una clínica estética le dio la oportunidad. Allí comenzó su vida laboral en el país de las oportunidades… aunque no todo fue color de rosa.
Según relata, el ambiente en la clínica era “bien cubano”: chisme, cafecito, risas en los pasillos. Pero ese calor humano no compensaba el frío de la cuenta bancaria. “Me pagaban $13 la hora, pero después de impuestos me quedaban $11. Con eso no se vive en Miami”, confiesa. Y aunque agradece lo aprendido, deja claro que el puesto no ofrecía futuro. “Era un trabajo sin proyección”, afirma.
Lo más triste, según cuenta, es ver a otras cubanas —algunas con títulos universitarios y hasta médicos— estancadas en ese tipo de empleo por años, sin avanzar ni buscar algo mejor. “Los dueños de las clínicas son millonarios, pero tú sigues pobre, remendando la vida como puedes”, dice sin tapujos.
Eso sí, no todo fue pérdida. En medio del corre-corre diario, logró mejorar su inglés conversando con las pacientes, y eso —según cuenta— fue el verdadero trampolín. Porque a pesar del salario miserable, cada conversación era una clase gratis que la preparaba para su próximo paso.
También aclara que hay distintos roles dentro de una clínica estética. Quienes trabajan por comisión o tienen licencias específicas pueden mejorar sus ingresos, pero el salario base sigue siendo bajo. Por eso su consejo es claro: tómatelo como un escalón, no como destino final.
Y lanza una crítica directa a quienes se quedan ahí por años: “Las veo lindas, con buen cuerpo, algunas con carrera, y están ahí haciendo millonarios a otros. Usted no vino a este país para eso”. Su mensaje es un llamado a despertar, a salir de la zona de confort y a buscar algo mejor, porque en Estados Unidos las oportunidades existen, pero hay que ir por ellas.
Con este testimonio, Fani no solo comparte su historia, sino que pone el dedo en la llaga de una realidad que viven muchas cubanas recién llegadas: la trampa del “trabajito seguro” que nunca te deja avanzar.
