En medio del fuego cruzado entre cifras, discursos oficiales y realidades que no se pueden tapar con un dedo, el tema del desplome de ingresos de ETECSA vuelve a estar en el centro del debate. Y esta vez, la cosa huele a enredo. Porque cuando se hace la cuenta completa, hay más dudas que respuestas y más contradicciones que explicaciones creíbles.
La polémica arrancó con una gráfica presentada por Tania Velázquez, donde se mostraba cómo han bajado los ingresos por línea móvil. Hasta ahí, todo en apariencia normal. Pero el detalle es que, con casi ocho millones de líneas activas (según la ministra de Comunicaciones Mayra Arevich), la cuenta no cuadra. Lo que debería generar más de 2,900 millones de dólares al año, se presenta como si fuera calderilla en un país con una economía en crisis, asfixiada por la inflación y la falta de divisas.
¿Qué pasó entonces? ¿Se confundieron las cifras? Todo apunta a que sí. Lo más lógico es pensar que la gráfica mezcla ingresos mensuales con ingresos anuales. Si es así, los números reales serían bastante más modestos: alrededor de 600 millones de dólares en 2018 y apenas unos 240 millones en 2024, lo que sí encaja con lo que se ha visto en los últimos años.
¿Y de quién es la culpa?
Según Velázquez, el culpable de este bajón económico es un “secuestro” de las recargas internacionales y un supuesto fraude. Ella asegura que el 80% de los ingresos en divisas venía de esas recargas desde el extranjero, y que ahora han sido desplazadas por recargas nacionales en CUP, algo que -según su visión- no responde a lo que la gente quiere, sino a una manipulación externa.
Pero esa narrativa deja afuera un montón de verdades incómodas. Por ejemplo, la falta de transparencia en la gestión, los precios abusivos de los servicios, la calidad que muchas veces deja que desear y, sobre todo, las propias decisiones comerciales de ETECSA, que han hecho que los usuarios busquen otras vías más asequibles para mantenerse conectados. Porque, seamos honestos, ¿todo lo que no controle ETECSA es fraude? ¿O es simplemente el pueblo resolviendo como puede?
Una contradicción que no se puede tapar
Lo más curioso es que mientras se habla de pérdidas y colapsos financieros, los datos muestran que cada vez más cubanos se conectan y consumen servicios digitales. Desde 2016 hasta hoy, ETECSA ha tenido un crecimiento importante en infraestructura y uso:
Para que tengas una idea, en 2024 se reportaron casi 8 millones de cubanos con móviles, el 94% con acceso a internet, y un consumo promedio de casi 10 GB mensuales por cabeza. Además, se amplió la 4G, se conectaron más hogares, se potenció la conectividad internacional y el gobierno sacó más de 260 portales digitales. Incluso están creando una nueva plataforma llamada Soberanía, que supuestamente traerá más transparencia (aunque eso está por verse).
Todo esto choca frontalmente con la imagen de una empresa “asfixiada” por problemas externos. Lo que parece estar ocurriendo, más bien, es un desajuste entre lo que ofrece ETECSA, lo que cobra por ello y lo que realmente necesita y puede pagar el pueblo cubano.
Monopolio sin competencia, falla sin solución
El gran problema es que ETECSA no tiene competencia, y eso le da la libertad de cometer errores sin que nadie la obligue a enmendar. Si los precios están fuera de lugar, si el modelo de negocio está obsoleto o si la contabilidad es un misterio, no hay quien le exija rendición de cuentas.
El discurso del gobierno insiste en señalar culpables afuera: el embargo, el fraude, las plataformas inducidas. Pero los datos oficiales pintan otro cuadro. Uno donde la población se adapta, se conecta más, se informa, se organiza y encuentra soluciones alternativas pese a las trabas del sistema, no gracias a él.
La verdadera crisis de ETECSA no es de usuarios, ni de tecnología. Es una crisis de confianza, de gestión y de modelo. Porque en un país donde casi todo el mundo ya está en línea, lo que está fuera de conexión… es el relato oficial.