En plena efervescencia universitaria, un joven de Ciencias Médicas en La Habana se plantó firme y sin pelos en la lengua ante autoridades universitarias y directivos de ETECSA. Durante una reunión acalorada, el estudiante dejó claro que el comunicado que circuló recientemente no era un invento, sino la voz auténtica de los alumnos que día a día se enfrentan a la realidad del aula, el trabajo y la sobrevivencia.
“Compañero, la carta no era fake news, la carta la hizo el estudiantado que está sentado aquí”, soltó con firmeza ante el aplauso generalizado. La escena quedó registrada en un audio que publicó el medio independiente Árbol Invertido, captado en la Universidad de Ciencias Médicas “Victoria de Girón”, durante una reunión celebrada el 5 de junio.
“Yo boteo a la hora que sea”
Antes de su intervención, el mismo estudiante ya venía soltando verdades que retumbaban entre los presentes. “Aquí uno estudia con el esfuerzo de uno, de los padres… y muchos también trabajan. ¡Este que está aquí botea a la hora que sea!”, gritó con indignación, cuestionando la lógica detrás del aumento de tarifas de ETECSA y la absurda idea de que haya que agradecerlo. “¿De qué manera me van a decir que solo puedo consumir 6 gigas y ahora me dan 12, pero como si fuera un favor? ¡Eso no está bien!”, lanzó, despertando más aplausos que una descarga de Silvio en los noventa.
El oficialismo, entre la negación y el recule
Como era de esperarse, los medios oficiales salieron al paso tratando de apagar el fuego con discursos reciclados. Desde el Noticiero Nacional de Televisión, la periodista Talía González insistió en que todo sigue “normal” y que los llamados a protestar vienen “desde el exterior” para generar caos.
Pero el cuento no cuajó. Con videos, audios y publicaciones virales reventando en redes, la historia de “todo está tranquilo” se les vino abajo como castillo de naipes mojados. Tanto así que el sábado pasado, en el podcast Chapeando Bajito, las voceras Arleen Rodríguez Derivet y Bárbara Betancourt tuvieron que admitir, entre líneas, que sí hay rechazo y que sí hay comunicados estudiantiles circulando.
Eso sí, sin perder el tono dramático, dijeron que lo vivido era comparable a “una operación de guerra” y se quejaron de “una invasión de mentiras como la del 11 de julio”. Pero entre tanta hipérbole, tuvieron que soltar que el asunto se está manejando “por la vía institucional”, como quien trata de tapar el sol con una sombrilla rota.
Del diálogo al desespero
Lo cierto es que ese supuesto ambiente de “propuestas y acuerdos” que pinta la prensa oficial no tiene nada que ver con lo que muestran los videos que ruedan en redes: estudiantes molestos, llenos de razones y sin miedo a decir lo que piensan, enfrentando a funcionarios que no saben cómo justificar lo injustificable.
Desde el 4 de junio, el movimiento estudiantil prendió en varias universidades del país, con epicentro en la Universidad de La Habana, y fue creciendo como bola de nieve. Sin embargo, el gobierno, por voz de Miguel Díaz-Canel, dejó claro que no va a echar para atrás con el tarifazo.
Una juventud que no se calla
Lo que está ocurriendo en las universidades cubanas es mucho más que un reclamo por megas: es un grito colectivo por respeto, por justicia y por una conectividad que no excluya a quienes no pueden pagarla. La movida estudiantil ha roto el silencio, ha demostrado que hay una generación despierta, organizada y con voz propia, decidida a cuestionar lo que no cuadra, venga de donde venga.
Y mientras el gobierno intenta disfrazar la protesta de “campaña enemiga”, los estudiantes dejan claro que no están pidiendo limosnas: quieren ser escuchados, no silenciados. Porque en Cuba, hoy más que nunca, la juventud no está dormida… está conectada. Aunque ETECSA se lo ponga bien difícil.