En los últimos días, el nombre de Sergio Peña, decano del Instituto Superior de Diseño (ISDI), ha estado en boca de medio mundo universitario en Cuba. Todo comenzó con unas capturas de pantalla y audios que circularon como pólvora por los grupos de WhatsApp. En ellos, estudiantes narran —con molestia y hasta con dolor— lo que vivieron en una reunión a puertas cerradas con quien hasta hace poco era una figura respetada dentro del claustro.
«Aquí ya no se puede ni estudiar, ni trabajar, ni vivir», dijo con angustia una joven durante aquel encuentro. Lo que vino después dejó a todos fríos: el decano, sin titubeos, respondió “Si no te gusta, emigra”, como quien despacha un problema con una frase al aire. El impacto fue inmediato. No solo entre los presentes, sino entre toda la comunidad universitaria que se enteró por los testimonios que comenzaron a difundirse en redes y chats privados.
Comentarios fuera de lugar y actitudes que no encajan
Según quienes asistieron, Sergio Peña restó importancia al papel de Internet en la formación de los diseñadores, soltando que “no hacía falta tanto Internet para diseñar”, algo que muchos calificaron como una burla directa a la realidad del estudiantado, que depende casi por completo de los datos móviles para desarrollar sus proyectos académicos y personales.
Pero la cosa no quedó ahí. Cuando una estudiante hizo un gesto de desacuerdo ante sus palabras, el decano reaccionó de la peor manera: soltó improperios y frases como “clase puerco” y otras más subidas de tono que, según quienes compartieron los testimonios, incluyeron referencias obscenas impropias de alguien en su cargo.
Incluso, se llegó a mencionar que Peña amenazó con expulsar a una estudiante por estar “muy acomplejada”. Además, en un giro preocupante, habría insinuado que su vínculo con ETECSA —para la que diseña profesionalmente— le otorga una posición especial, de “cliente y proveedor”, lo cual fue leído como un posible conflicto de intereses.
Indignación en la comunidad estudiantil
Ante este panorama, la FEU del ISDI no se quedó callada. En un pronunciamiento claro y directo, pidieron al Dr. Sergio Peña que presente su carta de renuncia y pida perdón a sus estudiantes y a su patria. El texto, redactado con respeto pero sin medias tintas, dejó clara la inconformidad del estudiantado con la forma en que el decano se expresó y se condujo.
“Si luego no encuentra trabajo, emigre”, escribieron los estudiantes, volteándole la misma frase con la que Peña desestimó el dolor de una alumna. Para muchos, esas palabras se han convertido en símbolo de todo lo que no debe pasar en una universidad: arrogancia, desconexión con la realidad, y una falta total de empatía.
La carta —aunque no acompañada por videos o grabaciones hasta ahora— se basa en testimonios directos de quienes estuvieron allí, y ha circulado como un grito colectivo por el respeto, la dignidad y el derecho a expresar inconformidades sin miedo.
¿Qué cara no se debe dar?
Uno de los puntos más criticados fue cuando Peña justificó que su facultad “no debe dar esa cara”, refiriéndose al rechazo estudiantil al tarifazo de ETECSA. La pregunta inmediata fue: ¿Qué cara es la que molesta? ¿La de los jóvenes que piensan por sí mismos, como decía Fidel, o la de quienes deciden enfrentar lo mal hecho?
Con sus palabras y actitudes, el decano ha dejado claro que no representa ni los valores del diseño cubano, ni los principios de una educación comprometida con su gente. Lo grave no es solo lo que dijo, sino lo que demuestra: un profundo desprecio por el sentir de los jóvenes, por su derecho a cuestionar y exigir, y por una realidad que golpea a diario a los universitarios del país.
Un llamado al respeto y la coherencia
Lo sucedido en el ISDI va mucho más allá del conflicto con ETECSA o de un mal día del decano. Es el reflejo de una desconexión peligrosa entre algunos directivos y la juventud que, a pesar de todo, sigue apostando por quedarse, por luchar, por aportar desde el aula.
Por eso, el pedido de renuncia no es caprichoso ni impulsivo. Es una demanda ética, una forma de decir “basta” al autoritarismo disfrazado de autoridad académica, y un llamado a que quienes lideran nuestras instituciones se ganen ese rol, no solo por el cargo que ocupan, sino por el respeto con el que tratan a quienes forman parte de ellas.
En resumen, lo que piden los estudiantes del ISDI es sencillo pero profundo: que se escuche su voz, que se valore su esfuerzo, y que quienes no estén a la altura… den un paso al lado. O, como bien dijo el propio decano: emigren.
