En medio del descontento popular por el tarifazo impuesto por ETECSA, y mientras el gobierno sigue empujando con fuerza el uso de plataformas “criollas” como forma de “ahorrar datos”, el activista cubano Magdiel Jorge Castro soltó una pregunta al aire que encendió la chispa del debate: ¿Está toDus dispuesto a entregar datos privados si la Seguridad del Estado lo exige?
Desde su exilio, Castro lanzó el dardo en X (antes Twitter), etiquetando directamente al mensajero nacional: “¿Qué pasará el día que el G2 les pida información de un usuario específico? ¿Se van a negar o van a entregar la base de datos como si nada? Estoy esperando su respuesta…”, escribió con ironía.
Pero lo que parecía una provocación se convirtió en un escándalo cuando la cuenta oficial de toDus contestó sin pelos en la lengua: “Cualquier país puede pedir acceso a plataformas si su seguridad nacional está en juego… además, somos una app cubana y respondemos a las leyes cubanas. ¿Quién ha sido espiado y qué se le ha espiado?”
La respuesta, lejos de calmar el agua, prendió la pradera.
«En otros países no se investiga a la gente por pensar distinto. En Cuba sí», replicó Magdiel sin filtro.
Luego fue más directo todavía: “Mañana llega el G2 preguntando por un opositor y ustedes le abren la puerta. Así de fácil. Por eso no se puede confiar en ustedes”.
Privacidad digital bajo fuego
Lo que quedó en evidencia, más allá del cruce de mensajes, es la tremenda desconfianza que existe hacia las plataformas tecnológicas controladas por el Estado cubano. Muchos temen que esas aplicaciones, lejos de proteger al usuario, sirvan como herramientas de vigilancia digital.
El propio Magdiel cerró el asunto con una frase que resuena como advertencia: “Cuidado con toDus… no te espían, hasta que deciden hacerlo”.
Esa idea, tan clara como preocupante, refleja lo que sienten no pocos cubanos: que la llamada “soberanía tecnológica” no es otra cosa que una extensión del aparato de control estatal, ahora más sofisticado, más digital, pero igual de invasivo.
¿Una app de mensajería o una trampa tecnológica?
Desde hace rato, activistas y expertos vienen alertando sobre toDus. Lo pintan como un caballo de Troya digital: mientras parece ser una alternativa nacional a los servicios extranjeros, podría estar funcionando como una vía directa para colarse en los teléfonos de los ciudadanos.
Y la cosa no es teoría de la conspiración. La propia ETECSA —que nadie se engaña, es brazo largo del régimen— promociona toDus como “opción preferente”. Pero detrás de esa estrategia de “ahorro de datos” se esconde lo de siempre: control, vigilancia, censura.
No es la primera vez que se habla de esto. Incluso el presidente cubano ha admitido públicamente que en la isla existe un sistema de vigilancia estatal. O sea, no es rumor ni invento: es política oficial. Y ahora, ese control de siempre, se cuela por las apps, por los megas, por los mensajes.
Conclusión: los datos en Cuba no caminan solos
El caso de toDus deja claro que en Cuba, lo privado no es tan privado, y lo “nacional” muchas veces es sinónimo de “vigilado”. Las plataformas criollas como esta, lejos de inspirar confianza, levantan sospechas entre quienes valoran su libertad digital.
Y así, entre tarifas abusivas, censura solapada y aplicaciones con doble filo, el régimen sigue estirando sus tentáculos tecnológicos, vendiendo la soberanía como una virtud… cuando en realidad muchos la sienten como una amenaza.