En Cuba, la cosa está que arde dentro de las universidades. A pesar de los intentos del régimen por apagar cualquier chispa de inconformidad, los estudiantes no se han quedado callados. Desde Santa Clara hasta Santiago de Cuba, muchachos de diferentes facultades están alzando la voz, cansados de la censura, la vigilancia y, sobre todo, del tarifazo que ETECSA quiere imponer sin miramiento.
Mientras la Facultad de Matemática, Física y Computación de la Universidad de La Habana optó por retirarse del paro el pasado 9 de junio, en otras regiones del país la protesta no solo sigue viva, sino que se está poniendo más fuerte. El movimiento no ha muerto, solo se está transformando.
Una de las primeras señales de esta nueva etapa vino desde la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV), cuando un grupo de estudiantes, con el respaldo público de la intelectual Alina Bárbara López Hernández, soltó un comunicado que puso el dedo en la llaga. Acusaron sin pelos en la lengua a la FEU de complicidad, señalaron el control de la Seguridad del Estado y denunciaron la censura descarada dentro de la universidad. Y para rematar, soltaron una frase que retumbó fuerte: “Una empresa estatal socialista no puede legitimar el apartheid informativo”. Cerraron con un grito que resucita viejas luchas: “Vergüenza contra Dinero”.
En Santiago de Cuba, la mecha también está encendida. Estudiantes de segundo a cuarto año de Comunicación Social de la Universidad de Oriente lanzaron su propia declaración. Con referencias martianas y fidelistas —sí, irónicamente— dejaron claro que cortar el acceso a Internet es como ponerle cadenas al pensamiento. Según ellos, eso no solo entorpece su formación profesional, sino que representa un golpe directo al futuro del país.
“No es un privilegio de élites; es un derecho inalienable de quienes construimos el futuro de la nación”, dijeron con la frente en alto. Y no se quedaron ahí. Los estudiantes de Letras también sacaron pecho y dejaron claro que lo que está en juego no es solo el costo de los megas, sino el derecho al conocimiento, a la cultura digital, y a ser parte activa de la sociedad.
Pero el momento más impactante vino de parte de los estudiantes de Periodismo. Ellos no se anduvieron con rodeos y declararon oficialmente un paro hasta que se eliminen las tarifas abusivas. En su mensaje, afirmaron que tienen derecho a ser “la voz del pueblo” y citaron a Mella con una frase que cala hondo: “Sangre son mis palabras y herida está mi alma al contemplar la universidad como se encuentra hoy”.
Sin embargo, esta resistencia no ha salido gratis. La activista Lara Crofs expuso en redes una conversación privada que muestra lo duro que es plantarse en Cuba. Uno de los jóvenes que escribió el comunicado confesó que tuvo que borrarlo, abandonado por sus compañeros y presionado hasta el límite. “Los muchachos se apendejaron y me dejaron solo. Ya no confío en ellos”, escribió con dolor.
Crofs no se quedó callada y denunció que los jóvenes están bajo una presión brutal, enfrentando lo que llamó “el huracán político” que sacude a la isla. Y es que no es solo miedo, es represión directa. Durante el fin de semana, se supo que varios estudiantes de la UCLV fueron visitados en sus propias casas por agentes de la Seguridad del Estado. Los amenazaron con cárcel y expulsión si seguían organizando paros.
Uno de ellos, que administraba el canal de WhatsApp “La voz de todos”, fue obligado a cerrarlo y publicar una disculpa pública. Todo, frente a sus familias. “Fueron amenazados delante de sus seres queridos”, dijeron con indignación.
En medio de este torbellino, los estudiantes cubanos siguen demostrando que no están dispuestos a rendirse tan fácilmente. La universidad, ese espacio que debería ser libre y crítico, hoy es campo de batalla. Y aunque el poder quiera callarlos, ellos siguen hablando alto y claro.
Esta juventud no quiere migajas, quiere futuro. Y lo quiere con Internet, con pensamiento libre y con dignidad.