Con el alma hecha pedazos y la voz temblando, una madre cubana rompió el silencio para contar el calvario que vive desde que su hijo fue arrestado por agentes de ICE en Estados Unidos. El video, compartido por el influencer Dairon Cano, ha tocado el corazón de muchos, sobre todo entre los cubanos que llegaron al norte buscando un respiro de la represión, y ahora sienten que el sueño americano se les escapa como agua entre los dedos.
“Estoy en el suelo, destrozada, y sé que no soy la única”, soltó la mujer entre lágrimas. Su rostro decía lo que no podían decir las palabras. El dolor no era solo por la detención de su hijo, sino por la impotencia de saberse en un país que prometía libertad, pero que a veces parece seguir el mismo guion de allá.
Contó que su hijo, Yaugel Rivera Marrero, no es ningún delincuente. Al contrario, es un joven trabajador, electricista, que solo conoce la lucha honrada. “Ese niño llegaba a la casa y se tiraba en el piso del cansancio. No podía ni hablar. Todo el que lo conoce sabe que es un muchacho bueno”, recordó. Y ahora, por una decisión fría del sistema, podría ser enviado de regreso a Cuba.
“Si lo mandan para allá, cae preso fijo”, dijo la madre, desesperada. “¿Y qué hacemos? ¿Nos quedamos callados? Aquí nos va a pasar igual que en Cuba si no levantamos la voz. Hay que salir a la calle y defender a nuestros hijos”.
Su testimonio se convirtió en una especie de llamado urgente a la comunidad cubana en el exilio. Recordó que cuando llegó a EE.UU., trabajó sin parar: “Tenía tres trabajos. Dormía 45 minutos. Pregúntale a cualquiera que trabajó conmigo, yo me fajé por mantener a mi familia y tener a mi hijo a mi lado”..
El video se viralizó enseguida, tocando fibras sensibles en miles de cubanos que conocen muy bien ese miedo, ese dolor. “El sistema migratorio de este país nos está reventando la salud mental”, escribió un usuario. “Lloro contigo, hermana. Que Dios proteja a nuestros hijos”, puso otra persona.
Muchos sienten que están en la misma cuerda floja, sin saber si mañana les toca a ellos. “Estoy igual, mi hijo tiene cita con ICE la semana que viene y no duermo”, comentó otra madre, reflejando el nivel de ansiedad que viven muchas familias migrantes.
Varios casos recientes han encendido las alarmas. Jóvenes como Randy Mesa, Ariel Lara y Reinier Feijó han sido detenidos después de acudir a citas migratorias, incluso con papeles en mano, abogados al lado o familiares de testigos. La mayoría tenía parole o formularios I-220A, pero aun así han recibido órdenes de deportación por tecnicismos legales que parecen más trampas que justicia.
Según denuncias de organizaciones de derechos humanos y abogados migratorios, ICE ha adoptado una táctica inquietante: esperar a los migrantes afuera de los tribunales para arrestarlos justo después de que sus casos son cerrados. Lo legal no siempre es lo justo, y esta práctica lo está dejando bien claro.
“Este país fue construido por gente como nosotros”, dijo la madre entre sollozos. “Salimos de la represión buscando libertad, y ahora nos quieren callar otra vez. No es justo. Dios tiene que poner su mano aquí”.
En medio de tanto miedo y confusión, una noticia reciente trajo un poquito de esperanza. El gobierno de Estados Unidos anunció que retomará los trámites para los beneficiarios del parole humanitario, tras una orden judicial emitida en Massachusetts. Eso incluye a muchos cubanos que llevan más de un año en el país y buscan acogerse a la Ley de Ajuste.
El Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) confirmó que los casos se evaluarán uno a uno, pero que el proceso vuelve a andar, después de haber estado congelado, dejando a miles en el limbo legal.
Mientras unos luchan por quedarse y otros por no perder lo que ya tienen, el grito de esta madre cubana sigue resonando fuerte: “Si no hablamos, nos van a callar uno por uno”. Porque al final, el exilio no solo se trata de haber salido, sino de seguir luchando para no volver atrás.