El joven activista cubano Raymar Aguado Hernández vuelve a estar en el centro del huracán tras denunciar públicamente una nueva jugada de acoso e intimidación por parte de la Seguridad del Estado. ¿La razón? Su apoyo sin pelos en la lengua al paro estudiantil universitario y su firme rechazo al tarifazo digital de ETECSA, que tiene a medio país con el grito en el cielo.
Según contó él mismo en sus redes, un agente que dijo llamarse Oribel Díaz, supuesto jefe de sector del barrio habanero Cayo Hueso, se apareció este martes a la 1:30 de la tarde en su casa como quien va de visita, pero con una citación bajo el brazo. El papel, que más que oficial parecía sacado del aire, pretendía obligarlo a presentarse al otro día en la estación policial de Zanja y Dragones.
Pero Raymar no se dejó coger de bobo. Se negó a firmar el documento, dejando claro que no reconoce la legalidad de ese tipo de citaciones, que según él violan la Constitución cubana y sus derechos como ciudadano. El oficial, sin mucho que decir, le quitó el papel de vuelta y soltó la amenaza disfrazada: “Estás citado verbalmente. Si no vas, atente a las consecuencias.”
Una advertencia sin patas ni cabeza. Raymar dejó claro que esa supuesta “citación verbal” no vale ni el papel que no tiene: no venía firmada por ningún responsable, no explicaba motivo ni hora específica, y mucho menos tenía base legal. Para él, no fue más que una maniobra burda para meter miedo, típica del DSE cuando se sienten incómodos con alguien que piensa y actúa distinto.
“Lo que quieren es intimidarme, callarme, frenar mi activismo”, dijo Raymar en su publicación, donde no se mordió la lengua al calificar al DSE como “esbirros de un régimen corrupto y autoritario”.
Pero Raymar no está solo, ni en su lucha ni en su simbolismo. Ha sido uno de los que rescató la figura de Julio Antonio Mella como estandarte de la resistencia estudiantil, ese Mella rebelde, de lucha frontal, que ahora vuelve a inspirar a una generación que está despertando con fuerza.
Y con ese espíritu, Raymar cerró su denuncia con una frase que ya resuena en muchos rincones de la isla:
“No les tengo miedo. Si me quieren callar, tiren a matar. Cuando se lucha por la dignidad y la justicia, no puede haber miedo.”
En medio de un contexto donde las protestas digitales están cruzando el umbral de las pantallas para tomar las calles, la voz de Raymar se suma al coro creciente de jóvenes cubanos que han dicho basta. Ya no se tragan las amenazas disfrazadas, ni los papeles sin firma. Porque como él mismo ha demostrado: cuando uno se planta de verdad, ni la Seguridad del Estado puede tumbarlo.