La pulseada entre el dólar americano y la Moneda Libremente Convertible (MLC) parece ya tener un claro ganador. Y no es precisamente la MLC. El histórico supermercado de 3ra y 70, en Miramar, La Habana, que durante décadas fue vitrina del consumo exclusivo, cerró sus puertas en silencio, derrotado por la escasez, el olvido… y un competidor que llegó con los billetes verdes por delante.
El pasado domingo, quienes llegaron con la esperanza de hacer una compra, se toparon con un portazo en la cara. El interior, completamente a oscuras, transmitía más nostalgia que actividad. Desde afuera, el panorama era deprimente: vidrios sucios, estanterías vacías, una puerta medio rota y el eco de lo que fue. Solo queda vivo un humilde kiosquito de confituras pegado al muro, el último sobreviviente de esa plaza que alguna vez fue símbolo del “lujo permitido”.
Una empleada del kiosco no se anduvo con rodeos: “Hace un mes que esto no abre”, soltó sin emoción. Mientras tanto, un curioso pegaba la cara al cristal, buscando algún indicio de reapertura. Pero el abandono pesa, y el silencio del local grita más fuerte que cualquier esperanza.
La derrota del MLC ante el poder del dólar no es solo un símbolo económico, es un reflejo del nuevo orden dentro del propio caos cubano. La vieja tienda, que en los años 90 se convirtió en ícono de la dolarización, ya no tiene nada que ofrecer frente a su competencia directa: un moderno comercio en dólares recién estrenado justo en la esquina opuesta, al pie del hotel Gran Muthu Habana.
El nuevo local, operado por Tiendas Caribe bajo el paraguas de Cimex, brilla con luz propia. Y no es metáfora. Repleto de productos importados, embutidos, carnes, jamones y esas soñadas pechugas de pollo que parecen un mito en la mesa cubana, este negocio acepta pagos en cash (pero solo dólares), tarjetas extranjeras y la famosa “Clásica”, que también va en USD.
Mientras las neveras de 3ra y 70 se quedaban vacías, las del nuevo competidor reventaban de oferta. Carne aquí, queso allá, y hasta botellas importadas adornando las vitrinas como si estuviéramos en otro país. Y claro, los billetes verdes no han dejado de sonar en caja, marcando ingresos diarios que superan los sueños de cualquier tendero promedio en Cuba.
Así fue como, en silencio y sin ceremonia, 3ra y 70 cayó rendida. No hubo discurso ni cartel de despedida. Solo una derrota más en este ring desigual donde el Estado juega con su propia moneda y pierde. Mientras tanto, del otro lado de la calle, el dólar sigue en pie, contando billetes y ganando terreno… porque en esta Cuba de hoy, quien no vende en USD, se va apagando como esta tienda emblemática.
