El gobierno cubano volvió a hacer de las suyas, y esta vez con un montaje tan mal ensayado que ni los extras se lo creyeron. Resulta que lo que quisieron hacer pasar por una “protesta espontánea” del pueblo contra el jefe de la misión diplomática de Estados Unidos en La Habana, Mike Hammer, no fue más que otro teatro de mala calidad, de esos que la Seguridad del Estado arma cuando le huele a peligro.
¿La protagonista del numerito? Una tal Lyzett Castro Toledo, que no es ninguna vecina indignada ni una cubana al azar que pasaba por la lancha de Regla. Ella es una ficha del sistema, militante del Partido Comunista y nada menos que directora adjunta de la empresa estatal Cítricos Caribe S.A., una de esas entidades que el régimen exprime para buscar divisas como quien exprime una toronja seca.
Y sí, fue reconocida por eso mismo. Este lunes, en un acto organizado por Roilan Rodríguez Barbán, secretario del PCC en Plaza, se le hizo un “homenaje” a nombre de Díaz-Canel, Raúl Castro y toda la cúpula castrista, por su papel estelar en ese circo contra el diplomático estadounidense. El público aplaudía, lanzaba consignas y remataban con gritos como “Mercenario Mike Hammer, no le tenemos miedo, aquí no se rinde nadie”. Un espectáculo digno de un guion reciclado.
Pero nadie se tragó el cuento. Según reveló la página La Tijera, todo fue dirigido desde las sombras por la Seguridad del Estado, con gente leal al régimen puesta ahí para hacer el show. El objetivo era claro: intentar ensuciar la imagen de Hammer, quien desde su llegada ha dado señales de estar más conectado con la gente que con los papeles diplomáticos.
A diferencia de otros funcionarios que vienen, se encierran y desaparecen, Mike Hammer ha caminado los barrios, ha hablado con cuentapropistas, ha escuchado a activistas, y sobre todo, ha mostrado empatía. Y eso al gobierno cubano le duele. Les revienta que un diplomático extranjero esté ganando simpatía genuina entre la población.
¿La respuesta del régimen? Lo de siempre: provocaciones baratas, cámaras listas y frases prefabricadas. En el video, Castro Toledo lanza su discurso contra el “injerencismo” de Estados Unidos como si de verdad se lo creyera. Pero el guion se nota forzado, y la puesta en escena es tan falsa que huele a miedo.
“Los conocemos demasiado bien… y no nos equivocamos”, soltó en X el activista Mag Jorge Castro, resumiendo lo que muchos piensan: ya nadie se come esos cuentos. Lo único que hacen con estas maniobras es reforzar la percepción de que están desesperados, buscando enemigos donde no los hay, porque no saben cómo tapar la olla de presión social que tienen dentro del país.
Entre apagones, inflación, falta de comida y una juventud que ya no cree en consignas, el gobierno cubano necesita urgentemente cortinas de humo. Y esta fue una más: torpe, ridícula y al final, contraproducente. Porque si algo dejaron claro es que Hammer no necesita pancartas ni propaganda. Su presencia, cercana y sin aires de grandeza, ha sido un alivio en medio del sofoco cotidiano.
Y mientras la dictadura se enreda en sus propios montajes, el pueblo sigue despertando, abriendo los ojos y perdiendo el miedo. Porque ya no hay teatro que tape tanta mentira. Y como dice el viejo dicho: la mentira tiene patas cortas… y en Cuba ya están cojeando hace rato.
