Como si el calorón no fuera suficiente castigo, ahora los cubanos se enfrentan a una nueva vuelta de tuerca en la crisis energética. La Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, va a entrar en una parada técnica de 72 horas, justo cuando el verano empieza a apretar con ganas y el país hierve por dentro y por fuera.
El dato lo soltó este miércoles el periodista oficialista José Miguel Solís en su perfil de Facebook, y aunque lo pintó con brocha diplomática, el mensaje entre líneas era claro como el sol de las doce: los apagones van a empeorar.
“Hay que meterle mano al recalentador”, dijo Rubén Campos Olmo, director de la planta. Según él, el problema es serio y no se puede seguir pateando. Ahora bien, ese mantenimiento «imprescindible» solo se hará cuando el sistema eléctrico esté listo para aguantar el bajón. O sea, no hay fecha fija porque la cosa está tan crítica que no saben ni cuándo podrán apagar sin que se les venga abajo todo el sistema.
Mientras tanto, la Guiteras sigue tirando 235 MW, lo poco que puede, y cruzando los dedos para no reventar.
El pueblo suda y el gobierno demora
Lo que más molesta a la gente —y con razón— es el pésimo timing. Estamos en junio, empieza el verano, las temperaturas se disparan por encima de los 33 grados, y la realidad es que los apagones son diarios y cada vez más largos.
No hay ni una palabra clara sobre cómo se van a repartir las horas sin corriente. No hay cronograma oficial, ni generadores de respaldo, ni promesas creíbles. Y la gente está en sus casas, en chancletas, sin poder dormir, bañados en sudor y peleando con los mosquitos.
¿Desaladora o novela de ciencia ficción?
En medio del drama, el periodista Solís mencionó de pasada un supuesto proyecto para construir una planta desaladora que permitiría ahorrar agua dulce y abastecer a la industria sin afectar al pueblo.
Suena lindo, pero ahí mismo aclara que están esperando por financiamiento. O sea, es más un cuento que una realidad. Viejo truco: tirar una esperanza al aire para apaciguar la bronca y distraer de lo urgente.
¿Y entonces qué hay de verdad en todo esto?
Pues lo único seguro hasta ahora es que la Guiteras va a parar por tres días, no se sabe exactamente cuándo, pero va a pasar. Lo demás es incertidumbre, y esa factura la paga el cubano de a pie, con insomnio, con calor, y a oscuras.
Mientras los dirigentes hablan de mantenimientos “imprescindibles” y plantas mágicas en el futuro, el presente sigue siendo un apagón interminable. Y sí, otra vez, el precio lo pagamos nosotros, los de abajo, con la paciencia en candela y el ventilador apagado.