A partir del lunes 16 de junio, la MiPyme MECANIK11 anunció que se pone en marcha un nuevo servicio de transportación con buses eléctricos en La Habana, enfocado en la movida hacia y desde Alamar. El anuncio, hecho a través de la página de Facebook Transportación Habana, fue recibido con una mezcla de alivio y candela en los comentarios.
La propuesta incluye dos rutas fijas, ambas con paradas en Alamar, y pagos digitales mediante código QR. Una de las rutas conecta el Micro X con el Hospital Naval, y la otra va desde el mismo punto hasta la Virgen del Camino. Los viajes internos en Alamar costarán 50 CUP, mientras que los trayectos más largos suben a 150 o 200 CUP, según el destino.
Todo muy moderno y digital, con pagos online, notificación al chofer, y una operación que arranca desde las 6 de la mañana y se extiende hasta que caiga la noche. Un sueño… si no fuera por el precio, que ha encendido las redes sociales.
“¿Y con qué se paga eso?”
Muchos cubanos vieron esta iniciativa como un parche necesario ante el caos del transporte público en La Habana. Pero la mayoría no pudo tragarse el precio sin protestar.
En los comentarios, la indignación fue clara: “¿Dónde quedó la resolución que regulaba los precios por kilómetro?”, cuestionó un usuario, molesto porque una página oficial del Estado promueve servicios que, según él, violan las propias normas del Ministerio de Transporte. Otro internauta fue más directo: “Esto es una falta de respeto. ¿Para qué tantas leyes si nadie las cumple?”
Algunos recordaron que el cubano de a pie no vive de dólares ni sueña con lujos. “¿Le dieron a los jubilados una maquinita de imprimir dinero? Porque con una pensión de 1500 pesos no se puede montar en eso ni una vez a la semana”, soltó una mujer con tono sarcástico.
Y no faltaron los que, con toda la rabia acumulada, vieron el servicio como otro intento más de complicarle la vida al pueblo. “Todo lo que hacen en transporte es para joder al cubano”, escribió alguien sin pelos en la lengua. “¿Por qué no pusieron estos buses en una terminal para que ayudaran de verdad al transporte?”
La desigualdad también va sobre ruedas
Lo que más duele, según muchos, es ver cómo se sigue ignorando a los que menos tienen. “¿Quién puede pagar 200 pesos diarios para ir y venir?”, preguntó otro comentarista. “Eso solo lo puede hacer quien gana 20 mil pesos o tiene una ‘llave’ en algún almacén.”
Con el salario mínimo estancado y los precios por las nubes, montarse en estos buses parece un lujo reservado para unos pocos. Y ese es, quizás, el gran problema: en un país donde cada peso cuenta, estas opciones privadas pueden ser eficientes, sí, pero no son inclusivas.
Mientras tanto, los cubanos siguen buscando cómo moverse en una ciudad donde esperar una guagua puede tomar más que el trayecto completo. Y aunque aplauden las iniciativas privadas que buscan mejorar algo tan crítico como el transporte, también exigen justicia, accesibilidad y que el sistema no deje fuera —otra vez— al pueblo trabajador.
