El influencer cubano Alexander Otaola volvió a encender las redes y su show Hola Ota-Ola, esta vez soltándole unos cuantos dardos a la Embajada de Estados Unidos en La Habana. Según contó, cuando quiso reunirse con el Encargado de Negocios, Mike Hammer, lo frenaron en seco con lo que él llama un filtro “absurdo” que le impusieron desde dentro del mismo cuerpo diplomático.
“Me dijeron que para hablar con Hammer, primero tenía que sentarme con una funcionaria y sin cámaras”, soltó Otaola, visiblemente molesto. La gota que colmó el vaso fue ver cómo, según él, Hammer habla con todo el mundo en Cuba, incluso con figuras cercanas al régimen, pero a él, que se ha fajado desde el exilio, lo mandan a esperar turno.
“Hammer puede hablar con una comunista de cuarta en la Lanchita de Regla, pero yo tengo que pasar un filtro… ¿En serio?”, disparó el presentador, dejando claro que el doble rasero le sabe a poco.
“Hay cosas que sé y no puedo decir todavía”
Como si eso fuera poco, Otaola lanzó una especie de bomba al aire: asegura tener información delicada sobre el trabajo de Hammer en la isla, pero por ahora se la guarda. “En su momento, lo diré todo”, advirtió con tono misterioso, alimentando el morbo de su audiencia.
Pero su molestia no terminó ahí. También le cayó con todo a la política de restricción de visados que aplica Estados Unidos a ciertos funcionarios del régimen cubano. “Esas sanciones no sirven para nada”, dijo sin medias tintas.
“Le quitan la visa a unos cuantos, pero mientras tanto, Johana Tablada anda de paseo por Washington hablando con estudiantes americanos… y Hammer no puede hacer ni la mitad de eso en Cuba”, criticó. Según él, lo que debería ser una política firme contra la dictadura, termina siendo “una mierda mal aplicada”.
La Lanchita de Regla y los dobles discursos
Lo que desató parte de este lío fue aquel episodio en la lanchita de Regla, donde el diplomático Mike Hammer fue acosado por agentes vestidos de civil. El hecho se interpretó como un acto de repudio velado, aunque Hammer lo manejó con su estilo tranquilo y diplomático.
En un video publicado en la red X, el funcionario norteamericano contó que ese día iba para misa en la iglesia de Nuestra Señora de Regla y aprovechó para intercambiar con gente del barrio. Dijo que su intención sigue siendo la misma: escuchar todas las voces posibles del pueblo cubano, sin importar el color político.
Pero mientras Hammer intenta acercarse al pueblo —a su manera—, Johana Tablada, subdirectora del MINREX para asuntos con EE.UU., viaja tranquilamente a la capital estadounidense, se reúne con activistas, jóvenes y sectores de la sociedad civil… y hace exactamente lo que tanto critican del lado de allá.
¿Diplomacia o teatro de máscaras?
Ambos funcionarios, en sus respectivas trincheras, siguen calentando el terreno entre La Habana y Washington, con discursos que muchas veces suenan contradictorios. Mientras uno dice que quiere conocer al pueblo y lo graban caminando entre habaneros, el otro lado lo acusa de intervenir en asuntos internos, y viceversa.
Y ahí están los cubanos, mirando el show desde el banco, sin saber si reír, llorar o simplemente seguir pedaleando con una bicicleta sin frenos. Porque en este juego diplomático, a veces parece que se habla más para las cámaras que para el pueblo.
