En Cuba, cuando se habla de diálogo con los jóvenes, hay que leer la letra chiquita. Este miércoles, un grupo de estudiantes universitarios se reunió con representantes de ETECSA para debatir —en teoría— soluciones a los abusivos precios del servicio de internet en la isla. La propuesta que más llamó la atención fue lanzada por Luis Yoel González, dirigente de la FEU: que los padres pudieran compartir su paquete de datos con sus hijos.
Sí, así mismo: que un padre que apenas puede pagar un paquete de conexión tenga la opción de repartir esos megas entre sus dos muchachos, como si fueran pan con croqueta en la merienda. El planteamiento dejó al descubierto una realidad que se sufre en miles de hogares cubanos: no hay dinero que alcance para que toda la familia esté conectada.
“Tenemos padres que tienen dos hijos, y dentro de las propuestas está que puedan acceder a un paquete de datos compartido”, explicó González, como si eso no fuera un reflejo directo de la crisis. Pero claro, la solución no es bajar los precios, sino pedirle al cubano de a pie que reparta sus migajas digitales.
En ese mismo evento, Alain Álvarez, otro dirigente de la FEU —esta vez en la UCI, la misma universidad que forma a los ejércitos de ciberclarias que inundan las redes con propaganda oficialista—, propuso cobrar por velocidad y no por consumo. Algo que suena bonito, pero que sabemos que jamás se implementará mientras ETECSA siga siendo juez, parte y verdugo del acceso a la red en Cuba.
El encuentro tuvo lugar en la CUJAE, donde se armó un “grupo multidisciplinario” que estará trabajando hasta el viernes en ideas que, aunque suenen a parche, tratan de calmar el malestar creciente por el tarifazo que impuso la empresa estatal sin pestañear. Según dijeron, este es apenas el comienzo de un debate, pero todo indica que el guion ya está escrito desde bien arriba.
Entre las “soluciones” que se pusieron sobre la mesa apareció también la idea de volver a llenar el país de zonas Wi-Fi públicas, como en los tiempos en que la gente se amontonaba en las aceras para conectarse un rato. Una especie de retroceso disfrazado de modernización, que requeriría inversiones millonarias en infraestructuras obsoletas. Todo para no tocar lo que realmente importa: el precio escandaloso del acceso móvil.
Desde el Gobierno se vendió el evento como una “apertura al diálogo” con la juventud. Pero más que debate, lo que se vivió fue un teatro armado para simular que se escucha al pueblo, mientras se maquilla la realidad con palabras como “canalizar inquietudes” y “colaboración”.
ETECSA ya lo dejó bien claro: no va a tocar ni un centavo del tarifazo. Su modelo económico es sagrado, aunque signifique dejar a miles de cubanos fuera de la red, sin posibilidades de estudiar, trabajar o simplemente hablar con su familia. Y el régimen, como siempre, se lava las manos con sus ya conocidas comisiones y mesas de trabajo, que no son más que pañitos tibios para contener el descontento social sin cambiar nada de fondo.
En universidades como la Central “Marta Abreu” de Las Villas, la FEU también ha dejado claro su papel. Cuando los estudiantes empezaron a alzar la voz, el mensaje fue uno solo: “mantengan la tranquilidad”. Nada de protestas. Nada de exigir derechos. Solo aguantar y confiar en la buena voluntad del sistema.
Ese es el verdadero rostro de este supuesto diálogo: control, simulacro y propaganda. Porque en Cuba, cuando te dicen que van a escuchar tus problemas, casi siempre es para explicarte por qué no van a hacer nada para solucionarlos.