Aunque muchos en la isla apenas sueñan con ver el mundo más allá del malecón, Cuba se coló en la historia espacial como la protagonista de la imagen número un millón tomada desde la Estación Espacial Internacional (ISS). La autora de la foto fue la astronauta Nichole Ayers, parte de la Expedición 72 de la NASA, quien inmortalizó a la isla caribeña desde unos 420 kilómetros de altura, flotando sobre el mar y envuelta en nubes.
La NASA compartió la instantánea a través de sus redes sociales, mostrando a Cuba semioculta bajo un manto nuboso, con La Habana tapada, como si hasta desde el espacio la ciudad se resistiera a dejarse ver del todo. La foto capta además el litoral sur, donde se aprecia la Ciénaga de Zapata, una de las zonas ecológicas más ricas de la isla.
“Jamás pensé que una de mis primeras fotos del espacio sería Cuba, y mucho menos que fuera la número un millón. Fue un momento especial”, confesó Ayers en sus redes, dejando ver la emoción que sintió al captar esta imagen.
La belleza de Cuba no la apagan ni las nubes… ni el régimen
A pesar del velo gris que cubría buena parte del territorio, la imagen resalta la silueta inconfundible del archipiélago, rodeado por las aguas turquesas del Caribe. Un retrato natural que, paradójicamente, contrasta con la grisura del día a día en la isla, donde el verdadero nubarrón no es meteorológico, sino político.
La Estación Espacial Internacional, desde donde se captó la imagen, no solo sirve para admirar paisajes. También recopila datos esenciales para estudiar el cambio climático, la geografía del planeta y otros fenómenos globales. Pero en esta ocasión, lo que más llamó la atención fue la simbólica presencia de Cuba como parte de un hito científico internacional, aunque sus ciudadanos sigan atrapados en un país donde la ciencia muchas veces se ve limitada por el adoctrinamiento y la censura.
Una postal que emociona, pero también duele
No es la primera vez que la NASA le toma fotos a la isla. En 2020 ya habían publicado una imagen impresionante donde se apreciaban los colores vivos del Caribe, con Cuba, el sur de Florida y las Bahamas enmarcados en una paleta de azules y verdes que parecía pintada a mano. “Qué hermoso hogar tienen”, decía entonces la agencia, con un tono casi poético.
Pero esa belleza natural, que desde el espacio deslumbra, desde tierra se vive entre apagones, represión y éxodo. Esa es la gran contradicción: una isla hermosa, atrapada en un sistema que la mantiene a oscuras.
Fotos como estas circulan rápido en redes, acumulan millones de “me gusta”, y emocionan a la diáspora, a los que tuvieron que irse, a los que sueñan con volver, aunque sea desde la distancia, con la Cuba que podría ser y no la que es.
La NASA ha compartido otras postales espaciales de la isla, como las de las expediciones 38 y 54, o las captadas por el satélite Landsat 7 y el espectroradiómetro MODIS en 2019. Cada una de ellas documenta una belleza geográfica que no se apaga, a pesar del sistema que la ahoga.
Porque Cuba, desde el cielo, parece un paraíso. El problema es cuando bajas y te toca vivirlo desde adentro.