Cuba está ardiendo, no solo por el calor, sino por la rabia. Una vez más, la brutalidad policial quedó al descubierto y la indignación en redes no se hizo esperar. Esta vez, el escenario fue el municipio de Güines, en la provincia de Mayabeque, donde un joven huérfano fue violentamente agredido por dos agentes de la Policía Nacional Revolucionaria. ¿Su crimen? Vender viandas pacíficamente en un parque.
La denuncia, publicada por la página Díaz-Canel Singao en Facebook, dejó al país con el estómago revuelto. El muchacho no estaba cometiendo ningún delito, ni molestando a nadie. Solo intentaba ganarse la vida de manera honesta en medio del caos económico que se vive hoy en la isla. Aun así, los oficiales lo golpearon y, para rematar, lo acusaron de “Desacato a la Autoridad”.
Lo más duro de todo es que el joven no se resistió ni una vez. No hubo enfrentamiento, no hubo provocación. Solo un muchacho con ganas de sobrevivir. “Lo más indignante es que no opuso resistencia, solo quería trabajar dignamente”, dice la publicación original, que ya se ha compartido miles de veces.
Pero hay una imagen que ha tocado fibras muy sensibles: un perro callejero se interpuso entre los policías y el joven, intentando defenderlo como pudo. Nadie más lo ayudó, solo el animal. El resto de la gente, con impotencia, solo pudo mirar o grabar. La escena fue desgarradora.
Y para colmo, los mismos policías que maltrataron al muchacho han sido señalados por dejar hacer y deshacer a los que venden drogas en la zona, conocidos como «químico». Una doble moral de manual: castigan al pobre que trabaja, pero se hacen los ciegos con los delincuentes que pagan o se callan. La corrupción salta a la vista.
Este no es un caso aislado. En las últimas semanas hemos visto historias parecidas: un joven en Santa Clara apaleado por grabar una cola para leche, o una mujer en Holguín reprimida por vender pan casero sin licencia. Al parecer, la policía cubana tiene alergia a la pobreza, no al delito.
“Lo que estamos viendo es la criminalización de la miseria. Un Estado que no garantiza lo básico, pero que sí castiga al que intenta sobrevivir”, comentan internautas con furia. La etiqueta #JusticiaParaElJoven ya es tendencia, y el pueblo empieza a alzar más fuerte su voz.
Cada golpe que dan es un motivo más para perder el miedo y exigir dignidad. La represión no para, pero la conciencia social tampoco.







