La violencia volvió a tocar las puertas de Mayarí, en Holguín, y esta vez lo hizo con fuerza. Un intento de asesinato por robo puso en vilo a toda la comunidad, dejando al descubierto, una vez más, la profunda crisis social que atraviesa Cuba bajo un régimen incapaz de garantizar siquiera la seguridad de su gente.
El protagonista de esta historia de terror fue un sujeto identificado como Luis Almira, quien, sin pensárselo mucho, se abalanzó sobre un campesino para intentar ahorcarlo con sus propias manos. El objetivo: quitarle más de 300 mil pesos cubanos y otras pertenencias.
La escena parece sacada de una película de suspenso, pero es tan real como el hambre y la desesperación que carcomen a los cubanos. Según la publicación en Facebook de la página Cazador-Cazado, alineada con el Ministerio del Interior, el atacante se dio a la fuga después del ataque, creyendo que la había hecho limpia.
Pero el pueblo, cansado ya de tanto abuso, se puso las pilas. Gracias a la acción rápida de vecinos, policías y hasta la propia víctima, el agresor fue capturado antes de que pudiera gastar un solo peso. El campesino, aunque con heridas, logró sobrevivir al ataque, lo que ya es mucho decir en estos tiempos donde la violencia va en ascenso y la impunidad se vuelve norma.
Cuba se hunde en el crimen y la incertidumbre
Este no ha sido un caso aislado. La semana pasada, en Manzanillo, Granma, otro crimen horrendo estremeció a la población. El anciano Edilberto Álvarez Fonseca, de 70 años, fue salvajemente asesinado por cinco delincuentes que lo atacaron en plena madrugada con la única intención de robarle. Ya ni los abuelos están a salvo.
A finales de mayo, Ciego de Ávila también lloraba la pérdida de Adrián, un carpintero querido por su comunidad, asesinado por unos maleantes que se ensañaron con él antes de robarle una cadena de oro valorada en 5 mil dólares. Lo mataron de un disparo, pero antes lo golpearon sin piedad, según las versiones que circulan en redes, ante el silencio cómplice de la prensa oficialista, que como siempre, mira para otro lado cuando la realidad le revienta en la cara.
Estos casos no son hechos aislados, son el reflejo directo del colapso moral y económico de un país donde la miseria empuja a muchos a cometer crímenes desesperados y donde la impunidad es un monstruo que crece con cada titular que el Granma decide ignorar.
Mientras tanto, el régimen sigue entretenido en montar desfiles militares y promover discursos vacíos, como si el pueblo no estuviera cayéndose a pedazos. La Cuba de hoy es un campo minado, donde cualquiera puede ser la próxima víctima, y donde la justicia parece estar tan ausente como la comida en la mesa de los cubanos.
Lo que antes eran excepciones, ahora son titulares diarios. El miedo, la desesperación y la rabia se han vuelto parte del paisaje nacional. Y todo bajo la mirada indiferente de un poder que no tiene respuestas, solo excusas.