Lo que debería haber sido un paso más hacia el reencuentro familiar, terminó convirtiéndose en una pesadilla para decenas de cubanos. Esta semana, la embajada de Estados Unidos en La Habana comenzó a entregar negativas masivas de visas de inmigrante, alegando supuesta ineligibilidad bajo la Sección 212(f) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad.
La medida se ampara en una proclama firmada por Donald Trump, que entró en vigor el pasado 9 de junio y que, bajo el pretexto de “proteger la seguridad nacional”, cierra las puertas a miles de familias cubanas que llevan años –algunos más de una década– esperando por un simple sello en el pasaporte que les permita abrazar de nuevo a sus seres queridos.
Y no hay a quién reclamarle. La decisión es tajante, sin opción a apelación. “Después de tanto tiempo, de tanto sacrificio, lo único que me dieron fue un papel frío y seco diciendo que no califico. Es cruel”, dijo un solicitante afectado en conversación con el periodista Mario J. Pentón.
La frustración es compartida por muchos. Otro cubano comentó con la voz quebrada: “Nos arrebataron el sueño de estar juntos. Esto no solo nos afecta a nosotros aquí, sino también a nuestras familias allá, que siguen atrapadas en esa isla sin futuro”.
El problema va más allá de una simple decisión burocrática. Muchos de estos casos son peticiones de residentes o ciudadanos estadounidenses que han seguido todos los pasos legales, cumpliendo cada requisito al pie de la letra. Y ahora, de la noche a la mañana, se encuentran con que el mismo sistema que les pidió paciencia les cierra la puerta en la cara.
Un abogado de inmigración consultado explicó que no hay mucho que hacer, ya que la negativa está sustentada en una política ejecutiva, y no en una falta de documentación o antecedentes. Solo en casos muy específicos, como vínculos con el Partido Comunista cubano, podría abrirse una pequeña brecha para solicitar una exención. Pero en la mayoría de los casos, la respuesta es un “no” rotundo y sin discusión.
En redes sociales, la comunidad cubana ha estallado de indignación. Algunos usuarios señalan la ironía de que quienes cruzan la frontera irregularmente encuentran más puertas abiertas que quienes han apostado por el camino legal.
“¿Cómo es posible que quienes cumplimos cada paso, cada papel, cada espera, ahora seamos los castigados?”, escribió un usuario visiblemente molesto. Otro añadió: “¿Por qué nos niegan el derecho de estar con nuestras familias después de años de papeleo y paciencia?”.
Esta situación refleja también la tragedia mayor del pueblo cubano, que vive dividido por un sistema que expulsa a sus hijos y les pone mil obstáculos para volver a abrazarse. Mientras el régimen en la isla reprime, manipula y destruye a su gente, los de afuera tienen que enfrentar un laberinto migratorio que muchas veces los deja sin salida.
Y en medio de todo eso, las familias cubanas siguen pagando el precio, como siempre: con el desarraigo, la tristeza y la espera infinita de un reencuentro que no llega.
El sueño de la reunificación familiar, una promesa que parecía cerca, hoy se desdibuja entre papeles sellados y políticas ajenas. Otra herida más para un pueblo que no se cansa de soñar, pero que cada día ve más lejos la posibilidad de vivir en libertad y con dignidad.