La candela que encendió el tarifazo de ETECSA sigue ardiendo en las universidades cubanas, y ahora los focos se posan sobre la provincia de Las Tunas, donde un grupo de estudiantes de Medicina se plantó con dignidad ante las amenazas y abusos del régimen. En una reunión con supuestas autoridades académicas, los jóvenes denunciaron sin pelos en la lengua visitas intimidatorias del DTI, campañas de difamación y presiones directas sobre su futuro profesional.
Una de las estudiantes, que prefirió no revelar su nombre (por razones más que entendibles), dejó claro que no se va a dejar callar. Con valentía, advirtió que si la siguen presionando, esto se va a saber en todo el país. Ya ha sido marcada como “cabecilla” y “contrarrevolucionaria”, etiquetas que el aparato represivo reparte como caramelos para justificar el hostigamiento.
“Es muy triste que una estudie seis años para que luego, por ejercer su derecho a opinar, no le den ni la especialidad”, expresó. Y sí, su voz temblaba un poco, pero más por indignación que por miedo.
Otro estudiante, también anónimo, respaldó de inmediato sus palabras y confirmó que ella no es la única víctima. En el audio filtrado por Martí Noticias, se escucha con claridad cómo ambos detallan el acoso por parte del Departamento Técnico de Investigaciones (DTI), ese tentáculo del MININT que el régimen usa para sofocar cualquier chispa de rebeldía juvenil.
“Dicen que es profilaxis”, soltó la joven, con ironía cargada de rabia. “¿Profilaxis? ¡Eso sería que vengan los dirigentes de la universidad, no un agente del DTI a mi casa!”
Pero lo que más duele, según contó, es el impacto en su familia. “Mi mamá está en la casa. ¿Y si le da un infarto al ver a esa gente? ¿Quién me la va a pagar, el DTI?”, preguntó, dejando en evidencia la total insensibilidad de un sistema que no respeta ni la tranquilidad del hogar.
El compañero de aula también denunció que a ellos los acusan de estar “pagados desde el exterior”, una vieja excusa del régimen cuando no puede justificar la protesta legítima del pueblo. “Nos están difamando por decir lo que pensamos”, remarcó.
La joven cerró su intervención con fuerza y firmeza: pidió que sus quejas llegaran a las autoridades superiores y exigió el fin del acoso. “Aquí están mis compañeros de testigo. No quiero a más gente del DTI en mi casa”, subrayó. Punto y aparte.
Todo esto ocurre en un momento en que el descontento universitario va en aumento tras el anuncio de nuevas tarifas por parte de ETECSA, el monopolio estatal que exprime al cubano de a pie mientras ofrece “ofertas” en dólares que la mayoría no puede pagar. El famoso anuncio del 30 de mayo fue la gota que derramó el vaso. Lo que comenzó como declaraciones institucionales se transformó en un movimiento estudiantil descentralizado, valiente y contestatario.
Desde La Habana hasta Santa Clara, estudiantes de carreras como Filosofía, Historia o Sociología han dicho ¡basta ya! Denuncian no solo los precios abusivos, sino también el abandono de las condiciones mínimas en las universidades. Mientras tanto, ETECSA se hace la sorda y las respuestas oficiales son las mismas de siempre: vacías, desconectadas de la realidad, y diseñadas para encubrir la represión.
Para colmo, esta misma semana un grupo de egresados de la Universidad “Marta Abreu” de Las Villas publicó una carta abierta dirigida al Estado cubano, expresando su “profunda preocupación” por el tarifazo y la ola de censura. Rechazaron las amenazas a estudiantes, profesores y familiares, y lamentaron la falta total de sensibilidad por parte del gobierno ante los reclamos justos del pueblo joven.
En su mensaje, los egresados fueron claros: el acceso a internet no es un lujo, es un derecho. Recordaron que la conectividad ha sido vital para fomentar la participación ciudadana y exigir cuentas a los gobiernos. También exigieron el fin de la persecución, transparencia en los datos y respeto al derecho a la protesta pacífica.
Todo esto en respuesta al nuevo esquema de ETECSA, que limita a una sola recarga mensual en CUP (hasta 360 pesos) y empuja descaradamente las ofertas en dólares. Una medida que discrimina brutalmente a quienes no tienen acceso a divisas, y que ha encendido protestas y llamados a un “parón total de recargas” en todo el país.
Mientras tanto, el régimen sigue aferrado a su manual de represión, acosando estudiantes como si fueran criminales, cuando lo único que han hecho es defender su derecho a vivir mejor. Pero en las aulas, en las calles y en las redes, la juventud cubana está demostrando que no se va a dejar aplastar. Y eso, por mucho que les duela a los que mandan, ya no hay quien lo pare.
