conocidas de la televisión se han convertido en blanco de noticias falsas que no hacen más que demostrar el caos informativo que se respira en las redes sociales del país.
Primero fue Patricio Wood, uno de los actores más reconocidos del cine y la televisión cubana, a quien dieron por muerto tras un supuesto accidente en la rotonda de Cojímar. Luego, el turno fue para Marino Luzardo, querido presentador de “Al Mediodía”, a quien le inventaron un trasplante de corazón que, por supuesto, nunca ocurrió.
Ambos, con la misma chispa criolla que los ha hecho tan queridos, salieron al paso con humor y claridad. Patricio, con tremenda guasa, lanzó un video diciendo: “Mi gente, eso que andan diciendo es mentira. Estoy vivito, coleando… y lejos de Cojímar. Eso es puro huevo culeco”. Marino, por su parte, soltó la suya sin perder el swing: “Ahora me tocó a mí. Dicen que me cambiaron el corazón, ¡qué manera de atracarse, caballero!”
Lo curioso —y preocupante— es que este tipo de bulos no para de circular. Las redes en Cuba, muchas veces la única fuente de información para el pueblo, se han convertido en terreno fértil para este tipo de cuentos, donde la verdad y la mentira se mezclan peligrosamente.
Pero lo cierto es que, en medio del apagón mediático que impone el régimen, la gente busca y se aferra a cualquier chisme, sea cierto o no, como una forma de romper el silencio impuesto. Lo lamentable es cuando la desinformación apunta a figuras queridas como Patricio o Marino, quienes a lo largo de los años se han ganado el cariño del pueblo con su talento y sencillez.
Patricio, hijo del legendario Salvador Wood, tiene una carrera sólida en el cine y la televisión cubana. Series como Algo más que soñar lo colocaron en el corazón del público. Marino, con su estilo calmado y profesional, lleva décadas animando los mediodías de la isla y conectando con generaciones de televidentes.
Estos episodios no son más que reflejo de una sociedad saturada de manipulación y carente de transparencia, donde cualquier noticia se distorsiona y corre sin freno, porque el control informativo del régimen ha dejado a la gente hambrienta de saber, de hablar, de contar.
Al final, el pueblo cubano no solo resiste los apagones eléctricos, también sobrevive entre apagones informativos. Y mientras eso no cambie, seguirán los rumores, las bolas, y las noticias que van y vienen como el viento… con o sin corazón.