En Cuba ya no hay muro que no hable. Esta semana, un hecho nada común sacudió a la provincia de Holguín: más de 20 consignas contra el régimen cubano aparecieron pintadas en el muro del cementerio de Mayabe. Sí, ¡hasta los cementerios están diciendo “basta”!
Según reportó el medio independiente 14 y Medio, las frases no se andaban con rodeos. Entre ellas se leía: “Abajo la dictadura”, “Patria y vida”, “Díaz-Canel, singao” y “Libertad para el pueblo”. Un verdadero grito de rebeldía estampado con pintura en uno de los lugares más silenciosos y simbólicos del país.
MININT al ataque (y no con flores)
No pasó mucho tiempo antes de que el Ministerio del Interior (MININT) se activara. Desde bien temprano en la mañana, agentes del régimen tomaron el lugar como si se tratara de una operación secreta. Pero no era para proteger a nadie, sino para vigilar quién se acercaba, borrar el mensaje y evitar a toda costa que alguien sacara fotos.
Un chofer de triciclo eléctrico que pasaba por allí le contó al medio:
“No se podía sacar el móvil ni para ver un mensaje (…) No me quitaron los ojos de encima, tuve miedo por un momento que me levantaran”.
Ese mismo jueves, un camión cisterna cargado de cal llegó al lugar para borrar toda evidencia. Como si el problema desapareciera solo con tapar la pared…
El muro habló… y no es el único
Este tipo de acciones no son aisladas. Cada vez son más frecuentes los mensajes anónimos de protesta que aparecen por toda la isla, reflejo claro del hartazgo popular. A principios de junio, en pleno centro de Sancti Spíritus, apareció un enorme cartel que decía también “Abajo la dictadura”, justo frente a edificios gubernamentales y universidades. El cartel no duró mucho, claro, pero las fotos sí corrieron por todas las redes sociales.
Y si tiramos un poco para atrás, en Dos Caminos, Santiago de Cuba, aparecieron pintadas que decían “Abajo Raúl” y hasta una que soltaba sin filtro: «Ping… hay hambre». La represión no se hizo esperar.
La respuesta del régimen: persecución, cárcel y más censura
Las autoridades no solo borran los grafitis, sino que lanzan verdaderas cacerías para dar con los autores. En mayo del año pasado, el joven Jorge Luis Boada Valdés fue condenado a nueve años de prisión por haber colocado un cartel contra el régimen en Santos Suárez, La Habana. ¡Nueve años por una frase pintada!
La rabia contenida en muchos cubanos se va filtrando por donde puede. En una isla donde protestar pacíficamente puede costarte la libertad, las paredes se han convertido en lienzos de rebeldía. Y aunque el gobierno corra a taparlas con cal, la gente ya las vio. Y las recuerda.