Una mujer, aparentemente extranjera, lanzó una fuerte advertencia tras el robo que sufrió su esposo junto a un grupo de amigos nada más aterrizar en el Aeropuerto Internacional José Martí. Lo que parecía un simple viaje de llegada a La Habana, terminó convertido en una experiencia amarga que destapa el descontrol y la inseguridad que hoy se vive en las calles cubanas.
Todo comenzó el pasado sábado, cuando los viajeros llegaron a la capital cubana. Apenas cruzaron las puertas del aeropuerto, un supuesto “corredor de taxis” los abordó con una oferta que parecía irresistible: un viaje por solo 15 dólares, en vez de los 25 que normalmente cobran los taxis oficiales. Ya sabemos cómo funciona eso: “vente conmigo que te sale más barato”. Y claro, picaron el anzuelo.
La trampa venía escondida en el maletero
Cuando subieron las maletas, notaron que el maletero estaba medio apretado, con poco espacio. Pero bueno, nada del otro mundo, pensaron. Pusieron ahí sus tres maletas grandes, pero decidieron quedarse con la mochila, que traía lo más importante: dinero, pasaportes, y objetos personales.
El chofer, en vez de dejarlo así, empezó a empujar con grosería para que todo fuera atrás. La tensión se subió. Al final, cedió y arrancaron rumbo al hospedaje.
Al llegar, vino el golpe. Una de las maletas estaba revuelta, forzada. Faltaban varias cosas: ropa, sandalias, cigarros, artículos personales. Pero lo que más impresionó no fue el robo en sí, sino el comentario de la anfitriona: “Eso ya me lo contaron antes”. Resulta que un turista español pasó por lo mismo unos meses atrás.
La estafa: profesional y bien montada
Todo indica que el carro tenía un doble fondo en el maletero. Una persona, probablemente escondida dentro del vehículo, fue sacando cosas durante el trayecto sin que nadie se diera cuenta. La maleta volvió a manos del dueño, pero con el botín limpio.
La familia decidió no presentar denuncia. Entre la burocracia absurda y la desconfianza en las autoridades cubanas, prefirieron no perder más tiempo. Pero sí quisieron hacer pública la historia para alertar a otros.
“Ojalá esto sirva para que otros no pasen por lo mismo”, dijo la mujer en su mensaje a CiberCuba.
Y es que este tipo de engaños no son hechos aislados. Lo que está quedando claro es que, en una Cuba devastada por la crisis, el ingenio para robar ha evolucionado más rápido que cualquier reforma económica del régimen. La desesperación de muchos, mezclada con la falta total de control estatal, ha hecho que los turistas sean presa fácil de una delincuencia cada vez más organizada y sin miedo a nada.
La Habana, otrora ciudad cálida y acogedora, hoy es territorio salvaje donde ni el recién llegado se salva del rebusque. Y lo peor: el propio sistema mira para otro lado, mientras el país se hunde en la desprotección total.