Las autoridades migratorias en Estados Unidos acaban de echarle el guante a otro cubano con un historial que parece sacado de una película de acción… pero sin final feliz. Se trata de Roberto Mosquera-Del Peral, de 58 años, quien fue arrestado por agentes del ICE en Miami, y que ahora podría enfrentar una inminente deportación.
La noticia salió directo de la cuenta oficial de ICE en X (antes Twitter) y rápidamente empezó a correr por las redes. ¿La razón? El historial del detenido no es poca cosa: homicidio, agresión con arma contra un policía, y lesiones graves a otra persona. Todo eso en el condado de Miami-Dade, Florida.
Y aunque ya había cumplido condena por esos delitos, el gobierno estadounidense no olvida. Su caso ahora está en manos de la Oficina de Ejecución y Deportación (ERO), que ya está analizando si lo expulsan del país en los próximos días. En otras palabras: Mosquera-Del Peral tiene un pie en la calle… y el otro en el avión.
Este arresto no es un caso aislado. Forma parte de una política migratoria que sigue en pie desde la era Trump y que sigue generando polémica. ICE mantiene su enfoque en detener y deportar a personas con antecedentes penales, aunque hayan estado años en EE.UU. tratando de rehacer sus vidas.
Y ojo, no es el único cubano que ha caído recientemente. A finales de mayo, las autoridades detuvieron a otro compatriota de 37 años, acusado de andar en malos pasos con las drogas. Su expediente incluía fabricación y venta de heroína y metanfetaminas, posesión de marihuana y hasta falsificación de documentos.
Como si fuera poco, hace apenas unas semanas se reportó un vuelo de deportación que llevó a dos cubanos de regreso en una ruta bastante cuestionable: vía Sudán del Sur. Sí, leíste bien. Varios abogados de derechos civiles lo calificaron como “inhumano”, ya que Cuba no está recibiendo deportados oficialmente, lo que abre la puerta a enviar a los migrantes a terceros países.
En resumen, la cosa está caliente. Las detenciones no paran, los vuelos de deportación tampoco, y mientras tanto muchos migrantes viven con el miedo de que cualquier día ICE toque a su puerta. El caso de Mosquera-Del Peral es solo la punta del iceberg de una política migratoria que no discrimina ni perdona.