La actriz y comediante cubana Aly Sánchez volvió a hacer lo que mejor sabe: hablar desde el corazón. Pero esta vez no fue para hacernos reír, sino para hacernos pensar. Y mucho. A través de sus redes sociales, Aly compartió una experiencia que la tocó profundamente, y que terminó convirtiéndose en un llamado urgente a la empatía, la unidad y la humanidad entre cubanos en el exilio.
Todo comenzó cuando una seguidora, recién llegada a Estados Unidos tras cruzar la frontera, fue a verla a uno de sus shows. Aly confesó que el mensaje que le dejó la joven la hizo llorar. “Me hace muy feliz poder ser una ayuda para que olvide el momento que está pasando”, escribió en Instagram. Pero lo que parecía un simple agradecimiento se transformó en una reflexión que removió conciencias.
“¿Cómo llegamos a esto?”, preguntó Aly con dolor. “¿En qué momento dejamos de preocuparnos por nuestros hermanos que llegan con miedo, sin papeles, con una maleta llena de sueños rotos y esperanza?” Su tono no fue de regaño, sino de tristeza. Tristeza por ver cómo parte del exilio se ha endurecido al punto de celebrar deportaciones y llamar a ICE para denunciar a otros cubanos.
Sí, como lo lees. Aly no se anduvo con rodeos. Criticó duramente a quienes han perdido la empatía por el que llega detrás. A los que se olvidan que algún día también estuvieron escondidos, con miedo, sin papeles y sin saber a quién acudir. Y por si fuera poco, también mandó un recado claro a los políticos de origen cubano: “El político que no responda a nuestros intereses, no merece ser reelecto”.
Todo esto lo dijo el pasado viernes 13 de junio durante la última función de su show en el Flamingo Theater Bar de Miami, donde además compartió un video cargado de emoción. Con la voz entrecortada, Aly expresó: “Yo creo que cada familia de Miami tiene a alguien que es un ‘hígado en el agua’, una persona que no ha logrado legalizarse. Ojalá nos ayudemos unos a otros… Ojalá no nos alegremos de las cosas malas”.
El mensaje no tardó en hacerse viral. Las redes se llenaron de comentarios de cubanos que han sentido en carne propia el rechazo, la delación y la soledad del que recién llega. Pero también aparecieron mensajes de esperanza, de apoyo mutuo, de recordar que ser comunidad no es solo compartir una bandera, sino ayudarse cuando más se necesita.
Aly Sánchez no dio un discurso político. Dio un grito humano. Uno que nos recuerda que en medio del caos migratorio, las leyes frías y la burocracia sin alma, la solidaridad entre cubanos no puede morir. Y que, si queremos ser una comunidad fuerte, lo primero que tenemos que recuperar es el corazón.