El régimen cubano ha vuelto a sacar pecho con otro de sus “operativos estrella”, esta vez en el barrio Romerillo, en el municipio Playa, donde fue detenida una mujer identificada como Yakelin, presuntamente ligada al tráfico de la peligrosa droga sintética conocida como “El Químico”. Aunque la dictadura intenta vender esta captura como un triunfo más en su “lucha contra las drogas”, lo cierto es que este tipo de sustancias ya se pasean como Pedro por su casa por toda La Habana, y las autoridades solo actúan cuando el escándalo es demasiado grande para taparlo.
Según publicó en redes sociales la página “El Cubano Fiel” —una de esas fuentes que suelen repetir como papagayos el discurso oficialista—, la redada ocurrió en una casa ubicada en la calle 9na, entre 116 y 118, donde agentes del Ministerio del Interior irrumpieron para decomisar drogas, utensilios para su distribución y una buena cantidad de dinero en efectivo que, según ellos, provendría del negocio ilícito.
“Todo el barrio lo sabía, pero nadie hablaba”
Vecinos de la zona, ya hartos de ver cómo los trapicheos se convierten en rutina, contaron que las sospechas sobre Yakelin no eran nuevas. “Aquí todo el mundo sabía que algo raro pasaba, pero tú sabes cómo es esto… mejor callarse la boca”, dijo uno de los residentes, que obviamente pidió no revelar su nombre por miedo a represalias.
Varios testigos confirmaron que la operación fue rápida y con un despliegue policial notable. “Parecía que iban a atrapar a un narco internacional”, comentó otro vecino con sarcasmo. Pero lo cierto es que lo encontrado en la casa —además de la droga y el dinero— eran utensilios utilizados para preparar “El Químico”, esa mezcla mortal que hoy circula con total impunidad en muchas esquinas de la capital.
Una droga hecha para destruir y para controlar
“El Químico” es una sustancia sintética extremadamente tóxica, capaz de provocar desde brotes psicóticos hasta daños cerebrales irreversibles, y que en los últimos años ha ganado terreno en los barrios más golpeados por la crisis. Con una juventud que no ve futuro, sin oportunidades ni esperanza, este tipo de droga encuentra terreno fértil donde sembrar destrucción.
Lo más alarmante es que el auge de “El Químico” no es un fenómeno aislado, sino parte de una realidad mucho más cruda: el narcotráfico ha penetrado profundamente en la sociedad cubana, y mientras el régimen se dedica a exhibir capturas como esta para maquillar la situación, las verdaderas redes siguen operando a la sombra, muchas veces con complicidades internas que nadie se atreve a nombrar.
La receta del régimen: más represión, menos soluciones
El caso de Yakelin no es el primero ni será el último. En los últimos meses, se han realizado operativos similares, algunos más publicitados que otros. La estrategia del gobierno sigue siendo la misma: reprimir al pequeño traficante, al chivo expiatorio, mientras el verdadero problema —la desesperanza y la miseria que alimentan este mercado— se mantiene intacto.
El operativo de Romerillo es otro parche, otro show montado por el régimen para demostrar que “se está actuando”. Pero la realidad es que cada vez son más los jóvenes atrapados por estas drogas, más las familias destruidas y más los barrios convertidos en zonas grises donde el Estado brilla por su ausencia… salvo cuando llega a poner esposas y cámaras.
Mientras la dictadura siga priorizando la represión por encima de una transformación real, mientras la educación siga siendo panfleto y no prevención de verdad, “El Químico” y otras variantes del infierno seguirán corriendo por las venas de una Cuba que no aguanta más veneno ni más mentiras.
