En tiempos donde los fantasmas del castrismo siguen pesando fuerte, la joven cantante cubana Camila Guevara, de apenas 24 años, ha encendido la polémica al hablar de sus raíces familiares. No solo se abre camino en la música latina —incluso ha sido destacada por Rolling Stone— sino que también carga con un linaje explosivo: es nieta de Ernesto “Che” Guevara y del trovador Pablo Milanés.
Su reciente participación en el pódcast mexicano Sensibles y chingonas no pasó desapercibida. Allí soltó una frase que muchos consideran provocadora: “El Che es un héroe”, dijo sin titubeos, como quien lanza una chispa en medio de un polvorín.
“Los héroes, en general, se deshumanizan un poco. Uno los ve desde una manera lejana y no algo tangible. No cualquiera hace un recorrido por Latinoamérica y siente la necesidad de ayudar a otras personas o de involucrarse en la liberación de un país que no es el tuyo”, soltó Camila con naturalidad. Pero esa afirmación, lejos de caer en terreno neutro, desató un vendaval de críticas, especialmente entre la comunidad cubana del exilio, donde la figura del Che no evoca respeto, sino represión, miedo y exilio forzado.
El Che: entre el mito y el espanto
Un fragmento del episodio se viralizó en TikTok, y ahí fue donde el avispero se sacudió. “¿Héroe? ¿Sabrá quién fue en realidad su abuelo?”, escribió uno. “¿Liberación? Que se dé una vuelta por Cuba a ver cómo está el país”, soltó otro con tono amargo. Y es que para muchos cubanos que escaparon del infierno comunista, el Che no es el romántico revolucionario que venden en las camisetas, sino uno de los arquitectos del aparato represivo que destruyó a Cuba desde dentro.
Camila, por supuesto, no es culpable del legado que heredó, pero tampoco es inocente al usar palabras tan cargadas de historia y dolor. Y aunque su mirada parece más afectiva que ideológica, en Cuba, hablar del Che sigue siendo como tocar una llaga abierta.
Una familia marcada por el arte… y la tragedia
Durante el mismo pódcast, la joven también habló de su abuelo materno, Pablo Milanés, a quien describió como alguien que “siempre fue coherente”, a pesar de que su relación fue más bien distante. “Siempre estaba de gira, pero esa conexión entre abuelo y nieta… la tuvimos en contadas ocasiones”, confesó, con una sinceridad que conmovió a más de uno.
Camila no ha tenido un camino fácil. Es hija de Suylén Milanés (también artista, hija de Pablo) y de Camilo Guevara, ambos fallecidos en 2022. Suylén murió repentinamente en La Habana. Camilo, por su parte, perdió la vida en Venezuela por un infarto. Dos golpes seguidos que la dejaron huérfana en menos de un año.
Quizás por eso, cuando Camila habla del Che o de Milanés, lo hace desde un lugar más emocional que político. Pero en un país como Cuba, donde el régimen ha manipulado la historia y la identidad familiar como parte de su maquinaria, no existe nada “inocente” en lo que se dice, ni mucho menos en lo que se calla.
Entre la música y la memoria
Camila Guevara, con su mezcla de talento, herencia y contradicciones, se abre paso en un mundo donde las redes no perdonan y donde el pasado sigue pesando más que el presente. Y aunque muchos se escandalicen con sus palabras, lo cierto es que está intentando reconstruir su historia desde sus propias ruinas familiares.
Tal vez le toque más adelante cuestionar con mayor profundidad ese legado que hoy defiende con ingenuidad. Porque para quienes han vivido en carne propia las cicatrices del castrismo, el Che no fue un salvador: fue verdugo de una nación que aún hoy lucha por sacudirse su sombra.