Un video grabado por un joven habanero se ha vuelto viral en redes sociales, no por mostrar algo extraordinario, sino precisamente por todo lo contrario: la avenida 23 del Vedado, una de las más emblemáticas de La Habana, completamente desierta un sábado a las seis de la tarde.
Con tono de asombro y tristeza, el muchacho comenta mientras camina por la avenida: “Esto es la calle 23 y es sábado… ¡6 de la tarde! Mira pa’ esto, vacío total. Aquí no hay nada”. Y es que lo que antes era un hervidero de gente, con sus cines llenos, cafeterías rebosando y piquetes de muchachos en cada esquina, hoy no es más que una postal triste de abandono.
«El Vedado está apagao, lleno de matas por todas partes. Esto ya no es lo que era», suelta el joven mientras su cámara recorre aceras rotas, ramas tiradas, y una ausencia total de movimiento. El video, publicado en la cuenta de TikTok @losfueradrosca, muestra no solo el silencio de la calle, sino también el grito mudo de una ciudad que se va quedando vacía, no por elección, sino por desesperación.
La Habana que se va desmoronando
No se trata de una exageración ni de un caso aislado. Lo que este cubano captó con su celular es apenas una escena más del colapso que vive La Habana, producto de décadas de abandono, mala gestión y una política que ha priorizado el control ideológico por encima de la calidad de vida de su gente.
Donde antes había bullicio, hoy hay soledad. Donde había cultura y alegría, ahora hay ramas secas y fachadas derrumbadas. La migración masiva ha vaciado las calles, la economía en ruinas ha cerrado negocios, y la falta de esperanza ha hecho que muchos prefieran encerrarse o irse.
“Esto era una locura, lleno de vida… ahora, un desierto. Cuba se está quedando sin cubanos”, lamenta el joven en el video, y no le falta razón. En una ciudad que fue faro cultural del Caribe, ahora solo quedan sombras del pasado y un presente que se desmorona entre ruinas y silencio.
El silencio que habla más que mil discursos
Las redes estallaron tras la publicación. Muchos usuarios se identificaron con lo mostrado y compartieron sus propias memorias de una Habana que ya no existe. Otros denunciaron la causa de fondo: un régimen que ha destruido no solo la economía del país, sino también el alma de su gente.
El video de la calle 23 vacía no necesita música de fondo ni edición profesional. Su fuerza está en lo que revela: una ciudad rota, sin ritmo, sin futuro, sin su gente. Y esa, tristemente, es la imagen más clara de lo que ha dejado el castrismo tras más de seis décadas de promesas rotas.
Porque La Habana no está vacía por casualidad. Está vacía por culpa.