En un video que ha hecho llorar hasta al más duro, una joven cubana, identificada en TikTok como @bea_reyes1924, abrió su corazón frente a la cámara y leyó una carta que le escribió a su mamá desde Estados Unidos. Lo que parecía un simple mensaje se convirtió en un testimonio crudo, íntimo y profundamente humano del dolor de vivir con el estatus migratorio I-220A, lejos de los seres que más se aman.
“Puse mis sueños en una maleta, te di un abrazo y me despedí con un ‘nos vemos pronto’, y mírame aquí, ya voy por tres años”, confiesa la joven con voz entrecortada. Cada palabra es un puñal disfrazado de ternura. En solo un minuto y medio, logra resumir el vacío de la distancia, la angustia de no poder ayudar y ese miedo que le ronda la cabeza de que, quizás, todo su sacrificio no sirva de nada.
Pero a pesar de todo, ella lo deja claro: “A ti jamás te fallaría, mami”. Una frase que ha resonado fuerte entre miles de cubanos que viven con el alma dividida entre dos países.
Su video se llenó de comentarios de personas que se sintieron completamente identificadas. “Mi misma historia”, dice una mujer. Otra agrega: “Llevo tres años igual, con una bebé, y mi mamá ni la conoce”. Las respuestas son un eco de la misma realidad: familias rotas, hijos que crecen sin abrazos, madres que esperan sin saber si volverán a ver a sus hijas.
Hay quienes comparten historias aún más duras. Una mujer contó que no pudo despedirse de su mamá, que falleció en Cuba por una negligencia médica. Otra reveló que prometió libertad a su hija cuando partió, y ya van tres años sin poder cumplirla.
@bea_reyes1924 no solo habla por ella. En cada respuesta que deja —“yo también lucho por mi niña”, “dejé a mi hija con dos años y medio”— se convierte en la voz de una comunidad herida, que sobrevive entre la esperanza y la ansiedad. No hay odio en sus palabras, ni busca culpables. Solo quiere que el mundo entienda lo que se siente vivir esperando, sin poder volver.
Este mensaje no es un caso aislado. Se suma a otras voces que han emergido en los últimos meses, como la del locutor cubano Alejandro Quintana, quien también usó las redes para exigir visibilidad y justicia para quienes viven bajo el I-220A. Su frase quedó grabada: “Cuando medio millón espera, el silencio de los demás también duele”.
Detrás de cada caso, hay una historia como la de Bea. No se trata solo de papeles o formularios. Se trata de familias, de promesas, de hijos que crecen y padres que envejecen sin poder abrazarse. “Aquí estoy resistiendo… con la esperanza de despertar algún día con la mejor noticia del mundo”, cierra la joven. Y con esa frase, habla por cientos de miles que aún están esperando.