Una vez más, la imprudencia, el deterioro vial y la falta de condiciones básicas para circular en Cuba se combinan en una escena de dolor. Dos personas perdieron la vida y otras dos resultaron heridas este jueves por la mañana en un trágico accidente ocurrido en La Campiña, un tramo de carretera entre El Majá y Taguasco, en la provincia de Sancti Spíritus.
El siniestro involucró a un ómnibus Diana de Transporte Escolar, que venía desde Ciego de Ávila, y un auto particular marca Renault. Según la prensa oficialista, el impacto fue frontal y brutal.
Las imágenes del choque son escalofriantes. El carro quedó convertido en chatarra pura, aplastado como si fuera de papel. Una vez más, la carretera se convierte en el escenario de una pesadilla repetida.
Dos vidas apagadas
Las víctimas fatales fueron identificadas como Yansi Camellón Pérez, de 42 años, natural de Meneses, y Odalys María Pérez Álvarez, de 51, originaria de Campechuela. Ambos iban en el automóvil al momento del accidente. Murieron en el acto.
Los heridos son Yasmani López Conde (46 años) y Anelieses González Rodríguez (49 años), ambos residentes en Ciego de Ávila. Presentan politraumatismos, pero según el parte médico, no corren peligro de muerte y están recibiendo atención en el Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos.
Las causas aún bajo investigación
Como es costumbre, el Minint informó que se investiga el hecho, sin descartar fallos técnicos, velocidad o error humano. Pero lo que no se dice —o se dice bajito— es que la mayoría de los vehículos que circulan en la isla están en condiciones deplorables, víctimas del abandono estatal, la falta de repuestos y el mercado negro.
Y si se trata de un ómnibus Diana, ya sabemos: chatarra sobre ruedas, convertida por decreto en «transporte escolar».
Otra alerta más que nadie atiende
Este accidente no es un caso aislado. Forma parte de la triste normalidad de una Cuba que no garantiza ni lo más básico: la seguridad vial. Mientras los medios oficialistas apenas dan los detalles, las familias cubanas siguen llorando a sus muertos, víctimas de un sistema que colapsa hasta en el pavimento.
Las imágenes del lugar —con hierros retorcidos y sangre sobre el asfalto— nos recuerdan que en Cuba, tomar carretera es un acto de fe.