El judoca cubano Heriberto Rivero Carrera, de 29 años, fue arrestado el pasado 13 de junio por agentes de inmigración a la salida de una corte en Miami, en un movimiento que ha dejado en shock tanto a su familia como a la comunidad cubana en el sur de Florida.
Rivero, quien desertó de una delegación oficial durante una competencia en México en 2022, llegó a Estados Unidos por la frontera sur y obtuvo un formulario I-220A, que le permitía permanecer legalmente en el país mientras avanzaba su caso migratorio. Desde entonces, el joven atleta había intentado rehacer su vida en tierras de libertad.
Pero todo cambió de golpe.
Un arresto sin derecho a réplica
En la audiencia más reciente ante la corte de inmigración, ni siquiera le dieron la oportunidad de defenderse, según denuncia su madre. “El juez no quiso escucharlo. No le dio ni chance de hablar, y ahí mismo se lo llevó inmigración”, contó entre lágrimas en declaraciones a Univision.
La detención ocurrió justo al salir de la corte, una práctica que se ha vuelto común desde finales de mayo en varios estados, especialmente en Florida, y que ha encendido las alarmas entre activistas y familiares de migrantes en proceso legal.
El temor a la represión en Cuba
La familia teme lo peor. Saben muy bien lo que significa haber desertado del equipo nacional cubano: no solo es un pecado político, es una condena social.
“Todo el mundo sabe cómo trata el régimen a los deportistas que se van”, afirmó su madre. Y tiene razón. En Cuba, desertar no solo significa ser borrado del mapa deportivo, sino también ser vigilado, marginado y, muchas veces, silenciado.
Quienes huyen de delegaciones oficiales terminan marcados de por vida. Sin derecho a volver por años, sin trabajo, sin oportunidades, y con la Seguridad del Estado respirándoles en la nuca.
Una familia al borde del abismo
La situación se vuelve más crítica al conocer que la pareja de Heriberto, también cubana, está embarazada y completamente sola en Estados Unidos.
“Si lo deportan, ¿qué va a pasar con nosotros? ¿Qué futuro le espera a él en Cuba? Ninguno”, expresó, visiblemente afectada. El miedo no es solo al hambre o la miseria. Es al castigo silencioso que cae sobre quienes se atreven a romper con el sistema.
“Él es la única persona que tengo aquí. No tengo más nadie”, confesó la joven, dejando ver el nivel de desamparo que enfrentan si Heriberto es devuelto a la isla.
¿Dónde está y qué pasará ahora?
Hasta el momento, la familia no sabe en qué centro está detenido el deportista ni si podrá acceder a un abogado que lo represente. La incertidumbre, la falta de información y la burocracia del sistema migratorio les ahogan más que cualquier otra cosa.
La historia de Heriberto no es solo la de un deportista en apuros. Es la historia de cientos de cubanos que huyen de un sistema que no perdona, que castiga la libertad con exilio, y que sigue infiltrando el deporte con sus tentáculos de control.
En este caso, el tatami ya no es una lona de combate: es una sala de audiencias donde se pelea por el derecho a una vida digna. Y la pelea, ahora mismo, la está dando con las manos atadas.