Lo que debía ser una jornada normal en la carretera de El Cobre, en Santiago de Cuba, terminó en tragedia y vergüenza nacional. Una pipa cargada de aceite comestible se volcó en el kilómetro 6 este jueves, dejando un saldo desgarrador: una persona muerta y dos heridos. Pero lo más impactante no fue solo el accidente en sí, sino lo que vino después.
El periodista independiente Yosmany Mayeta compartió desde su cuenta en Facebook los primeros detalles del siniestro. Según relató, una de las víctimas quedó atrapada bajo la cisterna y murió en el acto, mientras los otros dos ocupantes fueron trasladados al hospital.
Hasta el cierre del reporte, los nombres de los involucrados no habían sido revelados. Pero lo que sí quedó al descubierto fue la crudeza del día a día del cubano común, expuesta sin filtros en las imágenes del lugar.
Aceite por el suelo y cubanos corriendo a recogerlo
Mientras los heridos eran atendidos y el cuerpo de la víctima aún yacía allí, decenas de personas se lanzaron con cubos, tanquetas y lo que encontraran a la mano para recolectar el aceite derramado. No era morbo. Era necesidad.
El hambre, la escasez, la miseria inducida por el régimen, quedaron retratadas en esa escena: gente revolviendo entre el aceite y los restos del accidente para llevarse un poco del “oro líquido” que hace meses desapareció de los mercados en la isla.
Desespero colectivo y represión inmediata
La escena no tardó en atraer a los sabuesos de la represión. La Policía Nacional Revolucionaria apareció en el acto, no para socorrer ni consolar, sino para desalojar al pueblo hambriento que solo trataba de sobrevivir en medio del desastre.
Así actúa el régimen: mientras un ciudadano pierde la vida por un accidente, y otros arriesgan el pellejo para llevar algo de comida a casa, la policía se enfoca en quitarle a la gente lo poco que logra salvar de un sistema que lleva décadas fallándoles.
Una imagen vale más que mil discursos vacíos
Lo ocurrido en Santiago no es un hecho aislado, es la metáfora perfecta del país: muerte, miseria y control. Una persona muere, dos resultan heridas, y el pueblo recoge aceite del pavimento porque no hay otra forma de conseguirlo.
El desastre, grabado y fotografiado por testigos, circula ahora como prueba irrefutable de hasta dónde ha hundido el castrismo a Cuba. No hace falta un discurso político cuando el hambre te obliga a hurgar entre los restos de una tragedia.