La dictadura cubana volvió a sacar las uñas esta semana al lanzar una nueva amenaza diplomática: no descarta declarar persona non grata al encargado de Negocios de EE.UU. en La Habana, Mike Hammer, por lo que califica como una “conducta injerencista”. Así lo dejó caer, sin mucho disimulo, el viceministro de Relaciones Exteriores Carlos Fernández de Cossío en una entrevista con la agencia EFE.
Según Cossío, aún no se ha tomado una decisión definitiva, pero ya están “prestando mucha atención” a los movimientos del diplomático. El mensaje fue claro: si el régimen siente que Hammer es un peligro, lo sacan sin pensarlo dos veces. Porque así funciona la diplomacia cubana: si no bailas al ritmo del Partido, te echan del salón.
La verdadera molestia parece estar en que Hammer no se dedica a codearse con funcionarios del régimen, sino a tener contacto directo con la gente, con la Cuba real, esa que el poder quiere esconder bajo capas de propaganda. “¿A qué funcionario conoce él?”, se quejó Cossío, en tono agrio. “No lo respetan en ninguna parte, no tiene influencia en círculos oficiales”, agregó, como si eso fuera motivo de expulsión.
Además, el funcionario criticó el estilo de Hammer al recorrer el país, acusándolo de andar con cámaras, carros y escoltas como si fuera “un gran personaje”. Lo que en realidad molesta es que, mientras el régimen trata de controlar la narrativa, Hammer se les escapa del libreto.
Y por supuesto, no podía faltar el viejo comodín: culpar a Marco Rubio. Según Cossío, el diplomático estadounidense no es más que un títere de “sectores anticubanos” en Washington. “Le han dado la tarea de ser una especie de espantapájaros en Cuba”, dijo entre líneas, intentando minimizar su presencia, aunque en realidad lo que demuestra es cuánto les incomoda.
Puertas cerradas al diálogo, pero con pose de pacifistas
Mientras acusan a Hammer de “injerencista”, el régimen admite que no hay ningún canal de diálogo abierto con EE.UU. Ni sobre migración, ni seguridad, ni nada que implique cooperación seria. Claro, ellos dicen que la disposición está, pero que del otro lado no hay voluntad. La misma cantaleta de siempre.
Sobre las sanciones, Fernández de Cossío reconoció que esperaban el endurecimiento con el posible regreso de Trump. Según él, lo que EE.UU. busca es asfixiar al país para desatar el caos. Pero, como siempre, omite decir que ese caos ya existe gracias a décadas de mala gestión, corrupción y represión interna.
Eso sí, no pierden tiempo en victimizarse: “Si nos cortan el combustible, eso afecta la agricultura, la comida, la electricidad…”, dijo, como si los apagones y el hambre hubieran empezado con las sanciones y no con la incompetencia crónica del gobierno.
Sobre el parole humanitario: más drama y más culpas ajenas
Cossío también disparó contra la reciente cancelación del parole humanitario para miles de cubanos. “Escapa a la lógica y a la humanidad”, afirmó, acusando a EE.UU. de tratar a los migrantes como si fueran “menos que seres humanos”. Una frase fuerte, que podría tener algo de sentido si no viniera de un régimen que reprime, encarcela y empuja a su pueblo a huir por miles cada mes.
Eso sí, aclaró que por ahora Cuba sigue recibiendo a los “inadmisibles” por vía aérea, y que mientras EE.UU. cumpla la cuota de 20 mil visas, ellos seguirán cooperando. Pero dejó una amenaza entrelíneas: “El día que no, evaluaremos qué hacer”. Traducido: todo depende de si pueden seguir sacando provecho.
Guantánamo, otro pretexto para hacerse los preocupados
También metieron la cuchara en el tema de Guantánamo. Cossío se mostró alarmado ante la posibilidad de que EE.UU. use la base naval para albergar migrantes irregulares. “Eso representa una amenaza para la paz y la seguridad regional”, aseguró, aunque todos sabemos que lo que realmente les pica es el simple hecho de que Guantánamo siga siendo una espina clavada en el orgullo del régimen.
Reiteró, como siempre, que ese territorio está “ocupado en contra de la voluntad” del gobierno cubano. Y mientras tanto, miles de cubanos cruzan selvas, desiertos y fronteras para escapar de esa “voluntad”.
Misiones médicas: entre el show humanitario y el negocio sucio
En otro punto caliente, Fernández de Cossío volvió a defender con uñas y dientes las llamadas misiones médicas, acusadas por EE.UU. de prácticas cercanas al trabajo forzado. Él dice que se trata de “cooperación internacional celebrada durante décadas” y que todo lo demás son “falacias financiadas con millones”.
Pero la pregunta que no responde es: ¿por qué tantos médicos huyen de esas misiones y piden asilo en cuanto pueden? ¿Por qué no pueden ir con sus familias ni decidir cuánto ganan? ¿Por qué hay reportes constantes de explotación?
Como siempre, se escudan en el discurso de salvar vidas, pero ocultan el negocio multimillonario que representa para el Estado, a costa del sudor ajeno.
Un régimen a la defensiva, que ya no convence ni a los suyos
Pese a toda esta lluvia de quejas, acusaciones y justificaciones, Cuba insiste en que mantiene la mano tendida para una “relación respetuosa” con Washington. Una postura que suena bonita en papel, pero que en la práctica se contradice con cada amenaza, cada insulto y cada maniobra de propaganda.
Porque mientras el pueblo cubano sigue atrapado entre la miseria, los apagones y la desesperanza, el régimen solo se dedica a buscar culpables fuera, mientras se atornilla al poder y alimenta el mismo discurso de siempre: el del enemigo externo, la heroicidad interna, y la historia oficial que ya pocos creen.