En pleno 2025, en la Cuba del control absoluto y la mordaza oficial, expresar lo que uno piensa puede costarte una década tras las rejas. Así mismo le está pasando a Alexander Verdecia Rodríguez, activista de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu) en Río Cauto, Granma, a quien la Fiscalía del régimen quiere sepultar con una condena de 10 años… por el simple “delito” de opinar.
Sí, como lo estás leyendo. Diez años de cárcel por subir críticas al gobierno en redes sociales, por decir en voz alta lo que millones callan por miedo. Pero Alexander, que ha tenido el coraje de enfrentarse al sistema con palabras, ahora paga el precio más alto en un país donde la represión no da respiro.
Fue su esposa, Eliannis Villavicencio, quien alzó la voz en redes sociales y compartió parte del documento de la Fiscalía que pide esa absurda condena. Su mensaje, cargado de dolor e impotencia, lo dice todo: “Nos hemos quedado super asombrados con esta cantidad de años. En Cuba es más malo pensar diferente que matar una persona”. Y tiene toda la razón.
Encerrado por decir la verdad
Desde el pasado 6 de febrero, Alexander está encerrado en la prisión provincial de Las Mangas, en Bayamo. Lo detuvo la Seguridad del Estado, acusándolo de publicar contenidos que, supuestamente, “atentan contra el orden constitucional”. Traducido al cubano de a pie: lo metieron preso por decir lo que muchos piensan, pero pocos se atreven a escribir.
José Daniel Ferrer, líder de Unpacu, no se ha quedado callado. Denunció que todo esto forma parte de una campaña brutal contra los opositores, en un momento donde el país está al borde del colapso y el régimen teme cualquier chispa de rebeldía.
“Alexander no ha cometido delito alguno. Solo publicó críticas al régimen en sus redes y trató de llegar a la sede de Unpacu en Santiago. Nada más”, explicó Ferrer a CiberCuba.
Pensar distinto no puede ser un crimen
El caso de Verdecia es otro botón de muestra del cinismo del sistema judicial cubano, que usa el Código Penal como látigo para castigar la disidencia. Ya lo han denunciado organismos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch: en Cuba, la libertad de expresión es una ilusión peligrosa.
Mientras los verdaderos criminales gozan de impunidad, el régimen condena como si fuera un asesino a quien se atreve a escribir “libertad” en Facebook. Así funciona la dictadura: silenciando voces, apagando conciencias, sembrando terror.
Un grito que no se apaga
La familia de Alexander y los activistas de Unpacu no están dispuestos a bajar los brazos. Están exigiendo su liberación inmediata y piden apoyo a la comunidad internacional para que su caso no se quede en el olvido.
Porque Alexander no es el único. Desde el estallido del 11J, las cárceles cubanas se han llenado de presos políticos, muchos de ellos jóvenes, blogueros, artistas, activistas… todos culpables de un crimen que en cualquier país libre sería un derecho: expresarse.
Y mientras tanto, el régimen sigue mostrando su rostro más autoritario, convencido de que una palabra escrita puede ser más peligrosa que una pistola.
Pero la palabra no se encarcela. Y lo que Alexander gritó desde sus redes hoy lo gritan otros, desde dentro y desde fuera de Cuba, hasta que la isla vuelva a ser tierra de voces libres.
