El actor cubano Alejandro Cuervo aterrizó en Miami y, como era de esperarse, no pasó ni un minuto antes de que se armara el revolico en redes. La cuenta de La Familia Cubana compartió un video anunciando la llegada del artista a Estados Unidos, y lo que vino después fue un carnaval de reacciones… la mayoría, para nada simpáticas.
En el video, Cuervo se muestra emocionado, casi como un niño con juguete nuevo: “Uno de los tantos sueños cumplidos. Ya estuve en Europa, en parte de América, y bueno, venir a Estados Unidos realmente es un sueño. Tengo muchísimos amigos, pertenezco al proyecto de La Familia Cubana. Ya saben mi gente, Cuervo en la USA”, soltó con una sonrisa de oreja a oreja.
Pero aunque algunos le dieron la bienvenida, la avalancha de críticas no se hizo esperar. Y es que muchos no le perdonan su historial de silencio cómplice frente a los abusos de la dictadura cubana.
La hipocresía no se maquilla con selfies
Lo que más ha molestado a los cubanos dentro y fuera de la isla es que Cuervo nunca ha levantado la voz contra el régimen, ni siquiera en los momentos más duros de represión. Sin embargo, ahora se pasea por tierras de libertad como si nada, mientras cientos de cubanos valientes, perseguidos y con causas legítimas, enfrentan deportaciones o se les niega la entrada a Estados Unidos.
Las redes ardieron con mensajes de indignación: desde acusaciones de oportunismo hasta cuestionamientos sobre cómo logró entrar al país. “Otro que no ha defendido a ningún cubano de a pie y ahora se aparece en Miami a buscar lo bueno”, comentó un usuario claramente molesto. Otro fue más directo: “¿Cómo entra este tipo, que nunca criticó a la dictadura, mientras sacan a quienes sí se han jugado el pellejo?”
Un pasaje más, una conciencia menos
Hace apenas unos días, Cuervo estaba en Cuba con su esposa e hijos, después de unas vacaciones familiares en España que no dudó en mostrar en sus redes. Ahora aparece en Miami, sin explicar si se trata de un viaje definitivo o simplemente otra parada en su itinerario de “cubano privilegiado”.
Pero más allá del destino, lo que no cambia es la doble moral de figuras como él, que callan mientras el pueblo sufre, y luego aparecen en el exilio como si nada hubiera pasado. Esta postura tibia, calculada y servil ante el régimen solo les sirve mientras están en la isla; cuando pisan el extranjero, la gente les pasa la cuenta. Y con razón.
En tiempos donde ser neutral es ser cómplice, el silencio no es inocente. Cuervo podrá tener amigos, contratos y cámaras, pero mientras no se le escuche condenar con claridad los crímenes del castrismo, su presencia en Estados Unidos seguirá siendo vista como una provocación. Y no, no basta con decir “Cuervo en la USA” para borrar los años de indiferencia.