Entre facturas, turnos dobles y silencios incómodos, una madre cubana en Estados Unidos ha decidido ponerle pausa al “sueño americano” y mirar hacia donde muchos ya no quieren mirar: Cuba. Pero no por política, ni por economía, sino por algo más poderoso: el amor de madre.
La historia de esta mujer ha tocado fibras sensibles en TikTok, donde compartió un video que ha arrancado lágrimas y reflexiones a más de uno. Bajo el usuario @yenyyenyyelreal, contó sin filtros por qué, a pesar de estar en pleno proceso de asilo político, planea regresar a la isla para reencontrarse con su hija, a quien no ve desde hace seis años.
Vive actualmente en EE. UU. junto a sus otros dos hijos, que ya son ciudadanos estadounidenses, pero eso no le basta. Dice sentirse atrapada en una rutina vacía, “una pesadilla americana”, como ella misma la describe entre sollozos. “Yo no soy feliz, estoy loca, me estoy volviendo loca”, dice con una sinceridad que se siente en la piel.
La niña que dejó en Cuba tiene hoy 10 años. “La vida de mi hija vale más que el futuro americano”, dice entre lágrimas. Y aunque sabe que la isla no es el paraíso, que hay escasez, dictadura y mucha incertidumbre, prefiere estar con ella que seguir alejadas por más tiempo.
En su testimonio también lanza fuertes críticas al estilo de vida en EE. UU. “Aquí tú tienes que vivir para trabajar”, afirma. Y asegura que criar hijos “encerrados con una tableta, sin socializar” es algo que no quiere más. “No es sano”, repite una y otra vez.
La decisión no es fácil. Ella misma reconoce que Cuba está “de madre”, que necesita reunir algo de dinero antes de regresar, y que aún le pide a Dios tiempo antes de que Inmigración la detenga. Pero su determinación no tiene vuelta atrás: “No lo hago porque Cuba esté mejor, lo hago porque no quiero perder más años de la vida de mi hija”.
“Estoy a tiempo todavía de recuperar parte de su infancia”, dice al borde del llanto. Y con eso lo dice todo. Porque cuando se trata de ser madre, el corazón pesa más que cualquier frontera.
Su historia ha encendido las redes, especialmente entre otras madres migrantes que cargan la misma disyuntiva: el arraigo emocional contra el bienestar económico. A veces, el sueño americano se paga muy caro… y no siempre vale la pena.