En plena tormenta por el “tarifazo” de ETECSA, cuando los estudiantes cubanos alzaban su voz con paros y protestas en las universidades, la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) apareció con un documento bajo el brazo: más de 40 propuestas dirigidas a la empresa estatal de telecomunicaciones. Pero lo que debió ser una postura firme, terminó pareciendo un acto de rendición cuidadosamente orquestado.
Este informe, presentado en la televisión nacional como si fuera un logro de diálogo democrático, tuvo como telón de fondo una mesa llena de dirigentes de la UJC, el Partido Comunista, el Gobierno y la propia ETECSA. Nada de espontaneidad. Todo cuadrado como un guion que busca apagar fuegos y no escuchar a quienes están quemándose: los estudiantes.
¿Representación real o cara joven del poder?
Lo que comenzó como una respuesta al rechazo masivo por el alza de precios en los datos móviles —que dejó a miles sin conexión— terminó siendo, para muchos, una puesta en escena para contener la rabia juvenil. En lugar de exigir con fuerza una rebaja de tarifas o denunciar los abusos, la FEU se limitó a pedir comprensión y paciencia, dejando a los estudiantes con la amarga sensación de estar hablando con una pared pintada de rojo.
Del reclamo al elogio: el triste giro del discurso estudiantil
Uno de los momentos más polémicos fue protagonizado por Luis Yoel González, de la Universidad de Ciencias Pedagógicas, quien no solo agradeció el “debate”, sino que además elogió el esfuerzo de ETECSA, invitando a entender sus decisiones. Todo muy conveniente para la empresa estatal, que hasta ahora ha demostrado cero intención de bajarle el precio al internet.
Por su parte, José Alberto Almeida, de la FEU en La Habana, se deshizo en aplausos hacia el “nivel técnico” de ETECSA, proponiendo que los universitarios participen en soluciones “nacionales”. Una forma elegante de decir: vamos a ayudar, pero sin molestar mucho.
Mientras tanto, en los pasillos de las universidades y en redes sociales, los estudiantes siguen exigiendo lo que la FEU no se atrevió a poner sobre la mesa: conectividad accesible y justa.
Propuestas vacías y mucha palabrería
Sí, hubo propuestas. Se habló de revisar precios, de mejorar nodos, de armar manuales de crisis y de aplicar “comunicación efectiva” para que la gente entienda mejor. Pero no hubo una sola línea que exigiera una rebaja inmediata de tarifas, ni se propusieron medidas con fecha, ni mecanismos reales de control popular.
Todo muy técnico, muy bonito… pero lejos de la calle, lejos de la realidad de quienes se quedaron sin internet, sin clases virtuales y sin poder comunicarse con sus familias.
La FEU, más cerca del poder que de los pupitres
Este episodio dejó al desnudo una verdad incómoda: la FEU ya no representa a los estudiantes, sino que actúa como una extensión obediente del aparato político. Mientras desde la base se exigía acción y rebeldía, la cúpula estudiantil optó por el discurso conciliador, alineado con los intereses del régimen.
La situación es tan tensa que hasta en la Facultad de Matemática y Computación de la UH, donde se había iniciado un paro docente el 4 de junio, se vieron obligados a levantar la protesta tras “recibir compromisos” del Ministerio y ETECSA. Una victoria a medias, si es que se puede llamar así.
Conclusión: entre el conformismo y la rabia
El informe de la FEU no ha calmado nada. Lo que ha hecho es mostrar con claridad la grieta entre una dirigencia acomodada y una juventud que ya no quiere esperar promesas vacías. Porque en un país donde acceder a internet es casi un privilegio, donde la desconexión digital es también política y social, los estudiantes no necesitan portavoces sumisos, sino líderes valientes.
Y ese, por ahora, sigue siendo el gran pendiente de la juventud cubana: una representación real, sin miedo, sin guiones, y sin obedecer al poder de turno.